14 febrero 2012

Sustentable… o sostenible?

Creo que esa fue una de las primeras veces que escuché aquella nueva expresión; o, por lo menos, la primera cuando puse atención a algo que parecía referirse a un novedoso concepto. Habíamos estado departiendo con un alto diplomático en algún lugar del Asia y él inició su ardorosa apología del “desarrollo sustentable”. Desde entonces he escuchado con relativa frecuencia, y en forma recurrente, los indistintos neo-conceptos de “sustentabilidad” y de “sostenibilidad”; y me he preguntado, más de una vez, cuál mismo es el uso correcto y cuál debe ser la utilización más apropiada. Ayer nomás, mientras volvía a casa, pude observar un anuncio de propaganda en el frontón de la construcción de un nuevo edificio de vivienda; en él se proclamaba el conspicuo eslogan publicitario de que se trataba del “primer edificio sostenible de la ciudad”... (lo que nos faltaba!)

Tengo la impresión que fueron los americanos, o por lo menos quienes manejan los neologismos del inglés técnico, quienes fueron los iniciadores o los pioneros del uso de la expresión “sustainability”, para significar con ella “las necesidades del desarrollo que cumplan con el requisito de satisfacer las demandas del presente, sin poner en riesgo las necesidades ambientales que habrían de presentarse en el futuro”. Tratábase, por lo mismo, de un concepto ambientalista; o, si se prefiere: conservacionista y ecológico. Aparte de cuidar y preservar los recursos del planeta con cara al futuro, se trataba de cuidar los efectos de la explotación de los recursos naturales; de su desgaste; y, sobre todo, del impacto que tal explotación podría producir en el medio ambiente natural.

La “sostenibilidad” (como parecería que se ha preferido utilizar) sería entonces un pensamiento global, en el que se incluirían una serie de conceptos complementarios: la fusión sistemática de economía y ecología; la armonía del hombre con la naturaleza; la renovación racional de los recursos explotados; la utilización de tales recursos sin lastimar al medio ambiente; la preocupación por los efectos de largo alcance y el celo por el agotamiento de dichos recursos, y por los irreparables daños causados por la polución del ambiente. Amén de las políticas comunitarias necesarias para su adecuada recuperación.

Sin embargo… qué mismo es lo que quieren o queremos realmente decir? Estamos hablando del “sostén” o nos referimos al “sustento”? Querríamos referirnos a lo “sustentable” o a la “sostenibilidad”?...

Creo que en ambos conceptos existe algo de la idea inicial –la de la voz inglesa que, si traducimos al revés, nos conduce al mismo resultado-, lo que en el criterio de alguien que conocí, se hubiera expresado en los contradictorios términos de: “Ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario!”. Porque, la verdad, ni “sustentable”, ni “sostenible” parecerían encerrar completamente el concepto integral de la expresión original: la condición de permanencia, la de conservar, la de preservar y “endurar” (en el sentido de ahorrar).

En este punto, parecería ya no importar el significado que tengan –en apariencia- dos expresiones que utilizan disímiles palabras. Lo realmente importante sería averiguar cuál es la idea que queremos materializar, qué es lo que en la práctica queremos expresar. Por ello, quizás sea más adecuado, referirse a estos nuevos procesos –quién sabe!-, utilizando expresiones como “desarrollo preservable”, “conservacionismo”, o “endurabilidad”… Digo yo! Por lo menos hasta que esto de la sostenibilidad encuentre un mejor sustento; o hasta que consiga un mejor y más aceptado sostén aquello otro de la sustentabilidad…

Quito, 14 de febrero de 2012
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