17 abril 2012

Invierno, o verano lluvioso?

Fue mi amigo, el Orejas, quien me culpó una madrugada, mientras tratábamos de eludir una guapa y furiosa tormenta ubicada hacia el sur de Panamá, que a mí era que él me había “escuchado” por primera vez términos como “efecto Coriolis” y “zona intertropical de convergencia”… La verdad que, como dicen por ahí, “nadie es perfecto”… Lo cierto es que esos y otros conceptos relacionados yo ya los había escuchado en mis ahora olvidadas lecturas de la academia de aviación.

Y es que me he detenido en estas meditaciones porque siempre ha despertado mi inquietud el porqué de que se llame a la estación lluviosa de nuestra costa como “temporada invernal”. Si el invierno es una estación climática del año que se identifica por días más cortos (y noches más largas), precipitaciones abundantes y bajas temperaturas; me pregunto si, hallándonos como nos encontramos en el ecuador terrestre, lo que realmente experimenta el litoral ecuatoriano es una estación “invernal” o solo una temporada cálida y húmeda, de días de duración promedio, y caracterizada por abundante presencia de pluviosidad.

Para aclarar estos conceptos, en primer lugar, habría que volver a los extraviados apuntes de mi escuela de aviación y consultar en qué consiste el invierno y por qué cambian y suceden las distintas estaciones. Luego habría que hurgar en el sentido etimológico de la palabra invierno y en el de sus derivados relativos como invernal e hibernal. Así habremos de refrescar unos pocos de nuestros marginados aprendizajes y recordaremos que las estaciones suceden por la existencia de un fenómeno conocido como: "la inclinación del eje terrestre con relación al plano de la eclíptica".

Esa inclinación tiene efectos importantes en el clima y en la meteorología en latitudes que se encuentran más allá de los trópicos; sin embargo, por sí sola, no podría ejercer efectos determinantes en la zona ecuatorial donde la duración del día y, por lo mismo, la temperatura y la pluviosidad no tendrían, en la práctica, una importante y notoria variación.

Pero ha sido consultando el diccionario de la RAE que he descubierto que invierno no solo quiere significar una estación que va entre el solsticio de su nombre y el equinoccio de primavera -fines de diciembre hasta finales de marzo, en el hemisferio norte-, sino que es un vocablo que también se utiliza para designar “una temporada de lluvias que dura hasta seis meses” en la zona ecuatorial. Entonces caigo en cuenta que invierno tiene una raíz latina y que en la lengua del Lazio, debido a su latitud, el invierno estaba emparentado con el frío y los días cortos, pero sobre todo con generosa pluviosidad. Noto así que en países como Venezuela y Panamá se habla también de temporada invernal, aunque estas regiones son parte del hemisferio septentrional.

Gran parte del Ecuador, sin embargo, se encuentra en el hemisferio austral y es de suponer que esa estación, que va entre diciembre y marzo, debería más bien participar de las condiciones climático-meteorológicas del verano austral. Parte de la explicación tiene que ver con la inclinación del eje de la tierra; pero la más determinante obedece al desplazamiento hacia el sur de una masa de aire húmedo que en nuestro continente se sitúa hacia el sur de Panamá y que sigue, al igual que los monzones en el Asia, la posición relativa del sol. Esta es la región ya mencionada al principio de esta entrada y que se la conoce como ITCZ o Zona de Convergencia Intertropical.

La ITCZ (por sus siglas en inglés) se convierte en cierto modo en una invasión del hemisferio norte en el meridional, trayéndonos consigo estas desastrosas lluvias que generan inundaciones y trágicas secuelas en su travieso trajinar. En la costa el fenómeno no deja de caracterizarse por cierta contradicción, pues se convierte en una estación calurosa -como si se tratara de la temporada estival- asociada con lluvias persistentes, cual si se tratara del invierno norte o septentrional.

En resumen, no es ni invierno ni verano. O como hubiera dicho con disimulada picardía alguien a quien conocí: “Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario”…

Quito, 17 de abril de 2012
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