28 mayo 2017

La ciudad y su futuro

Quizá sea la tendencia a crear barullo por cualquier asunto (en este sentido, es comprensible, y hasta natural, que todos tengamos ciertas ideas, y hasta fijaciones; pues todos tenemos nuestras preferencias). O tal vez se trate de esa perniciosa tendencia que tenemos de querer opinar de todo, especialmente de lo técnico, de lo que no sabemos, o de lo que ni siquiera estamos enterados. Lo cierto es que pocos parecen haberse dado cuenta del profundo cambio que va a producirse en la ciudad una vez que termine la construcción del Metro y que este se ponga al fin en funcionamiento.

Esto pudiera ser más comprensible en tratándose de ciertas obras que producen molestias o incomodidades, pero es evidente que los trabajos que se han efectuado se han llevado con tal orden y probable coordinación (esto quizá se deba a que son tareas que se realizan en el subsuelo), que nadie puede quejarse -o quizá muy pocos- de que la construcción haya producido deterioro, menoscabo o interrupción en sus particulares actividades. En resumen, muy pocos parecen darse cuenta -insisto- del formidable cambio que va a tener la ciudad de Quito dentro de un tiempo muy corto: algo más de dos años.

Viene a la mente un caso similar que se produjo hace poco tiempo en la ciudad: nadie sospechó que pudiese suceder lo que terminó pasando con la puesta en marcha del nuevo aeropuerto de Tababela. Pocos anticiparon el inopinado desarrollo que tendría el sector, los emprendimientos que produciría, el desarrollo de nuevas áreas productivas, el tránsito que esas actividades generarían, la cantidad de gente que habría de involucrarse en esa pequeña nueva "ciudad" en la que se convirtió el aeropuerto. Esto para no hablar de la liberación de espacio que produjo la desactivación del entorno del viejo terminal aéreo y de algo que fue realmente sorprendente: la inusitada percepción de un concepto más extenso de la ciudad que adquirieron de golpe los quiteños.

Si a todo esto hemos de sumar la natural confusión que existe entre promoción de un proyecto con lo que es su publicidad política, vamos a coincidir en que poco, muy poco, o probablemente nada, se ha hecho para preparar una cultura que haga más fácil y eficiente el uso de la obra, cuando ésta se encuentre ya lista y terminada. Su implementación va a requerir de un cambio de actitud y de cultura. Ello va a constituir, por lo menos, un enorme cambio de paradigma.

Sospecho que poco o nada se ha venido haciendo (porque, en efecto, se da la incómoda impresión de que nada se esté haciendo), debido quizá a que los funcionarios de la institución encargada de la coordinación de los trabajos de la obra, son gente que da preponderancia a los aspectos técnicos, que además gustan de un bajo perfil y que, por lo que parece, no quieren que sus tareas se vean contaminadas por las polémicas, la confrontación o la controversia.

Lo que es evidente es que es muy exiguo lo que ha adelantado el Cabildo, y no se diga la colectividad, en cuanto a cómo debe estar preparada la ciudadanía para cuando ya se encuentre disponible esta revolucionaria estructura. Para empezar, va a producir una jamás imaginada transformación de dos aspectos fundamentales: la transportación (en la forma como estamos acostumbrados) y el tránsito que actualmente soporta la ciudad. De golpe vamos a descubrir que ha desaparecido un buen número de vehículos. ¡Vamos a ver otra ciudad!

Va haciendo falta que la Municipalidad se vaya haciendo cargo de promocionar los cambios que se anticipan. Esto, como lo estamos advirtiendo, va a exigir un total cambio de perspectiva. En definitiva, hay que preparar a los actores, a los usuarios, a toda la gente. Y hay que preparar a la ciudad. Se me antoja, por ejemplo, que muchos vamos a tener que aprender métodos híbridos de uso del transporte -mitad movilización propia y mitad uso de la nueva facilidad-, lo que hará indispensable que las estaciones cuenten con estacionamientos adecuados que potencien el uso del Metro y proporcionen una mejor eficacia y comodidad para quienes van a utilizar esta nueva y escondida arteria de la ciudad.

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