05 julio 2017

El nombre de nuestro Metro

Tengo el pálpito, a manera de sospecha (sí, porque lo que hoy voy a comentar tendría el carácter de conjetura), que el nombre que se le ha puesto al sistema de transporte subterráneo de Quito ha surgido de manera inopinada. Y uso este último vocablo con intención, no porque no se haya invitado a la opinión de la ciudadanía, sino porque el nombre parece haber aparecido en forma inesperada.

O, ¿quién sabe? A lo mejor, dado el escaso grado de imaginación que nos caracteriza; y, debido a esa extraña tendencia que nos distingue: la de imitar, sin discriminación, todo aquello que suena a ajeno, más bien habría que imaginar que eso de llamar a ese medio de transportación como Metro, habría sido lo que pudo haberse esperado. Al principio, se empezó utilizando el nombre solo como un rumor, como el proyecto que todavía era, así, con un nombre genérico; pero de ahí en adelante, se siguió usando la voz como una marca de fábrica, como algo convenido, como algo que ya había sido puesto a consideración de los habitantes de la urbe, a sus dueños, a quienes serían sus futuros usuarios.

Pero Metro no viene de “metro” como se pudiera suponer. El metro, el “otro metro”, aquella unidad  o medida de longitud viene de una palabra francesa, aunque parecida ("metre"), la misma que a su vez proviene de un vocablo griego, la palabra "metron". Ese otro metro, no es todavía una medida con un reconocimiento universal; esto, a pesar de que existe una tendencia, ya general en el mundo, de aplicar lo que se conoce como Sistema Métrico Decimal. En efecto, el uso de la milla, que no del kilómetro; y de las pulgadas, que no de los centímetros, es todavía base en muchos países, no sólo de una manera de medir, sino parte integrante de una forma de vida, de un modo de entender el espacio, de una forma de información y comunicación.

Uno de los diccionarios que he consultado, define "metro" (sustantivo) como una unidad de medida de longitud que equivale a 39,37 pulgadas y que es igual al espacio que tarda en cruzar la luz al vacío durante 1/299,792,458 de segundo (parece confundir al significado con el significante); lo que equivale a casi trescientas millonésimas de segundo, si no me confunde el guarismo... Dice el DRAE que representa la diez millonésima parte de un cuadrante de meridiano terrestre. Los diccionarios proponen también otras acepciones: una para el instrumento de medición, otra para un tipo de versificación, y aun una adicional como apócope del subterráneo metropolitano o como el prefijo de metrópoli.

Al sistema de transporte deprimido, que hoy nos ocupa, se le conoce con diversos nombres en los distintos lugares; a veces se lo hace con un nombre específico, otras veces utilizando siglas o un acrónimo. Subte, Subway, MTR, MRT, Tube, son algunos de los nombres que me vienen a la mente; pero debo reconocer que el que se destaca como más popular es el de Metro. Así, con esta forma coloquial, se lo conoce en muchos lugares, aunque en algunos casos así se lo haga a pesar de que obedece a una distinta y oficial denominación.

Al Metro de Quito, se lo va a medir en kilómetros. Se estima que, utilizando esta medida, va a tener veintidós kilómetros de extensión. Se espera que la obra esté lista para el 2019, de no presentarse dificultades en los trabajos o problemas con su financiación. El Metro va a tener inicialmente una sola línea y se conjetura que tan pronto como se reconozcan sus evidentes bondades, ya se empezará a hablar de nuevas líneas y de nuevas estaciones para transbordo y conexión.

Pensar que cuando éramos niños, allá a inicios de la segunda mitad del siglo pasado, cuando ya no había tranvía, y existían los buses ordinarios y especiales, los "micros" y los colectivos, no había en Quito más de una docena de líneas de buses de transporte. Sospecho que las primeras fueron también diseñadas con el sentido longitudinal que tiene la ciudad. Las dos primeras fueron la Iñaquito-Villa Flora (1) y la Colón-Camal (2); las demás se fueron acomodando poco a poco al complejo plano de la urbe y a las posteriores necesidades de transporte que, asimismo, fueron de la mano con el diseño y el crecimiento de la ciudad.

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