12 noviembre 2017

Derecho al pataleo

¿Alguien entiende la intención del vicepresidente Glas de "tomar vacaciones" mientras se encuentra encarcelado (o, como prefieren decir ahora, privado de su libertad) e imposibilitado de ejercer unas funciones que le han sido retiradas? ¿Qué es lo que Glas pretende?, o ¿hacia dónde va la intención de su oscura estrategia? De paso, el hoy vacacionista, trata de acudir a los oficios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que interceda en su favor en relación a su situación jurídica que, según él, no ha seguido el debido proceso. ¡Qué ironía!, nada menos que uno de los más conspicuos representantes de un gobierno que desconoció en forma sistemática a esa entidad internacional, acudiendo hoy a ella para que lo defienda.

O, de otra parte, ¿alguien entiende la decisión de la secretaria nacional de Alianza País -esa señora enamorada del "teleprompter", y amiga de hacer apología de las utopías y recomendar escatológicas recetas para nunca solicitadas dietas ajenas- en conjunto con un vicepresidente de ese movimiento político (el mismo que, cuál comodín, ejerció ministerios distintos), empeñados en el propósito de "suspender" al titular de ese movimiento político, nada menos que el actual presidente de la República, con la excusa, o pretexto, de que no ha asistido a las reuniones de su desafecta directiva? Desconociendo además que tal resolución desbordaba la capacidad de ese organismo, potestad que estaba estatutariamente reservada para su Asamblea General?

O, ¿alguien puede explicar en forma coherente, qué es lo que intenta el presidente venezolano, aduciendo interferencia foránea en la soberanía de su país, cuando no quiere responder ante sus opositores y ante los organismos internacionales por sus atropellos; pero, mientras tanto y en cambio, reclamando al presidente del gobierno español respecto a lo que él mismo llama "la situación de los presos políticos" en la península? ¿Es realmente entendible tal desparpajo y contradicción?, ¿no es eso, actuar con la hipocresía consignada a un "sepulcro blanqueado"?

Todo ello tiene una sola explicación: aquellas son formas de expresarse dignas de una infantil rabieta. Esos distintos funcionarios no están sino haciendo uso de una forma de impotencia. Esas actitudes representan formas distintas de una misma medida desesperada. No hay duda, lo que ellos hacen es solo ejercitar su constitucional -y ahora consuetudinario- "derecho al pataleo".

Un caso similar parece ser el del anterior presidente de la Generalitat, el Gobierno Autónomo Catalán, el señor Carles Puigdemont (se pronuncia Puchdemón), hasta hace poco prófugo en la capital belga, y acusado de rebelión, sedición, malversación de fondos, desobediencia a la autoridad y prevaricación, por haber efectuado una declaración ilegal de independencia (digo "hasta hace poco" pues él mismo se ha entregado en una comisaría de Bruselas, debido a que enfrentaba una orden europea de arresto; él lo ha hecho en unión de algunos ex consejeros de la entidad que antes dirigía). Este político catalán se ha quejado de la carencia de adecuados procesos que supuestamente existe en España para juzgar su controvertido predicamento.

(Como comentario: todos estos casos, analizados en los párrafos precedentes, se enmarcan en el mismo tipo de reacción, que se trasunta en la incongruente actitud de no querer mirar la viga en el ojo propio, y señalar, al mismo tiempo, la insignificante aguja observada en el ojo ajeno).

A todos ellos, hay que dejarlos que "sufran por la herida", permitir que se desahoguen. "Áhi que se estesen", como con "guasa", no exenta de picardía, repetía con alguna frecuencia un recordado colega y compañero que alguna vez compartió mis inquietudes...

Ellos están en su derecho. No hacen sino ejercer eso: su legítimo "derecho al irascible pataleo".

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