22 noviembre 2017

Solo cuatro cositas…

Se viene el fin de año y con él las festividades navideñas. Con esta celebración, se vienen también los ajetreos, las inevitables compras y una serie de ineludibles festejos. Todo ello contribuye (si a eso podemos llamar "contribución") a grandes aglomeraciones, inauditos "trancones" de tránsito y más situaciones que se exacerban en las llamadas horas pico. Es, en estas circunstancias, cuando se evalúa lo actuado en materia de soluciones al tránsito y al transporte público (ambas situaciones están íntimamente relacionadas) y se renueva el afán por insistir en nuevas iniciativas que pudieran ayudar a paliar los problemas detectados.

Quisiera, a continuación, registrar algunas inquietudes, observaciones y probables soluciones. Nótese que, más de las veces, mis sugerencias tienen que ver con aspectos relacionados con lo cultural (nuestras costumbres o, mejor dicho, malas costumbres) en el convencimiento de que, más que soluciones físicas o estructurales, el verdadero beneficio se ha de conseguir cuando cambiemos nuestra contradictoria idiosincrasia.

Tengo un subalterno que cuando entra a mi oficina, probablemente en la intención de justificar su interrupción a mis labores o, quizá, para anticipar que su presencia solo ha de tomar unos pocos minutos, menciona -casi como si fuese un saludo- algo que lo he ido relacionando con su forma intempestiva de querer participar lo que le ha ocurrido o le preocupa. "Capi -me dice- sólo dos cositas"; y, de inmediato, se pone a parlotear. Y esto es justamente lo que voy a hacer hoy. Les diré "solo unas cuatro cositas" y me pondré a comentar:

La primera observación que desearía hacer está relacionada con la costumbre que hemos adquirido, tanto dentro como fuera de la ciudad; es decir, tanto en las calles como en las carreteras, de proceder a cambiar inesperadamente de carril sin anticipar nuestro deseo o súbita maniobra, por medio de la utilización de las luces destinadas a advertir de nuestro propuesto cambio de dirección. Mucho me temo que no se las utiliza justamente a propósito, es decir: no se las usa precisamente porque lo que se intenta es cambiar de carril, en previsión -digo yo- de que si se las utiliza correctamente, a alguien se le ocurra obstaculizarnos el paso...

Una situación que se está presentando, sobre todo en las vías de alta velocidad, es la cada vez más frecuente costumbre de que utilicen el carril de la izquierda los buses y otros vehículos de carga y de transporte (conocidos como pesados). Tengo, respecto a esto, la secreta sospecha de que algunos, que así proceden, lo hacen porque en esa ocasión no llevan pasajeros o algún tipo de cargamento. Es decir que deciden así hacerlo, porque en esa precisa ocasión no llevan carga y "ya no se consideran pesados, porque ahora van livianos" ¡Vaya, antojadizo criterio! Lo que sí es claro, a este respecto, es la total ausencia de control policial, particularmente en las carreteras, frente a esta abusiva y riesgosa costumbre de "los profesionales del volante". No cabe duda que esto pudiera enmendarse con una mínima cuota de control y vigilancia.

Otro tema que merece una intensa campaña de promoción (de socialización, como se empeñan en decir ahora) es el inadecuado uso (o, la interferencia intencional) de las intersecciones cuando el tránsito que precede no ha logrado avanzar hacia adelante del área inmediatamente posterior a la correspondiente intersección o encrucijada. En este sentido, falta conocimiento y concienciación por parte de la ciudadanía de que para avanzar a lo largo de una intersección, hacen falta dos elementos o requisitos: tener la señal de tránsito favorable (la del semáforo en verde, por ejemplo), y, además, contar con la existencia de espacio suficiente (ausencia de vehículos) en la zona posterior a la intersección que se quiere cruzar, antes de proseguir.

Finalmente, existe un punto que tiene que ver con una política pública adecuada. Resulta insólito que la gente, en el ánimo quizá de no comprometer una ínfima parte de su presupuesto personal, no alcance a comprender el beneficio de pagar el "tele-peaje", elemento que, si fuera de uso general, eximiría de innecesarias e inconvenientes filas de vehículos en los sectores donde se encuentran las estaciones de cobro. Es hora de que las autoridades atiendan este asunto y decidan el cobro obligatorio del valor correspondiente, junto con el valor de la matrícula anual, con el objeto de que todos tengan que utilizar el sistema de tele-peaje automático.

Lo importante es que estemos conscientes que la más efectiva solución no es otra que nuestra propia gestión respecto al tiempo. En efecto, es cuando más retrasados estamos cuando más apresurados respondemos; y cuando más angustiados nos ponemos… Si tan solo estaríamos conscientes de esta realidad, procuraríamos salir un poco más temprano y no reaccionaríamos con apresuramiento ni agresividad; y apreciaríamos mejor la inobjetable ventaja de saber que podemos continuar tranquilos, porque todavía nos queda tiempo. No se trata, por lo mismo, de llegar más rápido, se trata solo de salir más temprano y de ganarle al tiempo.

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