13 julio 2021

Definiendo “Airmanship”

Ya lo he mencionando antes muchas veces: existen palabras en el inglés que no tienen una traducción completa, plena, auténtica en nuestro idioma; por lo menos, no si para ello se tendría que utilizar una sola palabra, si para ello, para ese propósito, se tuviera que utilizar un despropósito: una expresión que utilice una serie de palabras. Eso pasa justamente con “airmanship”, que es una condición de la aeronáutica que refleja un sentido de excelencia profesional, una cierta y particular destreza, una forma de ejecutar el oficio que trasciende el mero profesionalismo, que involucra un sentido de misión, incluso un espíritu de servicio. No, no hay una palabra en el castellano que la represente: implica una variedad de conceptos.

He hallado, en mi investigación, que la palabra ya se habría usado tan temprano como en 1859, es decir a mediados del siglo XIX; sería, además, una adaptación o, si se prefiere, una variación de una voz parecida: “seamanship”, que quiere decir algo así como espíritu marinero o náutico. He pensado –en principio– que mal pudiera haberse utilizado airmanship desde mediados del siglo XIX si para entonces no se había inventado todavía la aviación. Pero he debido reconocer de inmediato mi equivocación: en efecto, es el avión el que se inventa y desarrolla a partir de principios del siglo pasado, pero ya hubo aviación antes, mucho antes, de que se invente el aeroplano. El hombre ya anduvo por lo aires mucho antes de que pudiera desplazarse en los aviones: ahí están para muestra los dirigibles y los globos aerostáticos…

Vengo de una etapa especial en el desarrollo de la aviación comercial (muchos prefieren llamarla “romántica”); una etapa en la que todavía se hablaba del “caballero del aire”, del aviador como ejemplo y paradigma, del personaje especial por antonomasia. Entonces, poseer ese espíritu, que implica la traducción del término que trato de describir, significaba algo más que tener unas simples destrezas o habilidades, reflejaba una disciplina y una dedicación especiales, una maestría y un espíritu de previsión, un deseo de compartir lo aprendido, una suerte de apostolado; yo diría que, incluso: un sentido ético y moral. Suponía unas bases de habilidad y conocimiento; pero, ante todo, una conciencia de situación, una dosis de liderazgo, una cierto juicio formado y, ya como consecuencia, una cierta habilidad para no apresurarse ni tomar riesgos innecesarios, para tomar decisiones y… ¡comandar!

Tengo una cierta debilidad: me refiero a mi pasión por los diccionarios; o, quizá, y para ponerlo en la debida perspectiva: mi pasión por la precisión y la claridad. Estos textos no aceptan la aproximación en el concepto, no transigen ante lo desprolijo. Y para eso están justamente: para que se apele a su sabiduría y se los pueda consultar. He acudido, por lo mismo, a ellos para averiguar qué es lo que “airmanship” significa y qué nomás implica lo que su concepto intenta expresar. Así, el Oxford explica: “destreza para volar una aeronave”; otro diccionario urbano menciona: “habilidad y conocimiento para el oficio de navegar y operar una aeronave”; el Collins replica: “es el arte y destreza para volar una aeronave”; y el Merriam-Webster dice finalmente: “es la destreza para pilotar y navegar un aparato aéreo”.

Sin embargo, es solo en la SKYbrary (Biblioteca aérea) y en la definición proporcionada por AOPA (Asociación de Pilotos y Propietarios de Aviones) que encuentro un significado más aproximado a lo que trato de captar y de participar. El sentido de “airmanship”, para estas instituciones, no es una finalidad y ni siquiera un medio en sí mismo: no es ni una meta ni un camino, sino más bien una forma, un método para hacer ese camino, quizá un estilo imbuido por una filosofía. No llama la atención entonces que la palabra sea difícil de traducir; si, para empezar, es difícil de contener en un solo término la amplitud de su concepto y significado.

Pero este concepto no es algo simple. Tony Kern, hace ya veinticinco años, lo comparó con un edificio: realmente con un templo griego. Este se sustenta en los cimientos de la disciplina y se apoya en el anclaje de las habilidades; lo satisface con la metódica repetición (proficiency) y con el aporte de muy sólidos conocimientos. Los soportes de esta sabiduría son múltiples e interdisciplinarios; representan las columnas de la edificación clásica y son: el conocimiento de uno mismo y del personal bajo nuestro mando (la tripulación); el del avión que se vuela y el de sus sistemas; el del medio en que se opera (el terreno, la meteorología y hasta la cultura organizacional); y, finalmente, el de la misión y los riesgos que tienen que gestionarse.

Cuando todo esto se integra, es cuando se ha hecho posible finalmente instalar la cubierta y culminar la edificación completa; es decir, se ha conseguido estructurar una adecuada conciencia situacional, la misma que permite disponer de las bases para obtener un criterio sólido, para entonces procurar las mejores decisiones en cualquier circunstancia. Solo ahí se ha conseguido la auténtica maestría que nos exige el mundo de la aviación.

Todo ello aporta para lograr ese concepto exhaustivo e integral, el siempre apreciado concepto de “airmanship”.


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