06 julio 2021

Llorona: una triste historia

A ver, háganme caso: vayan a “YouTube”, escriban “Depedro y Llorona”; y van a encontrar la versión más inesperada que pudieran hallar de “Llorona”, esa hermosa canción que yo escuchaba en mi adolescencia, en la voz de Raphael. Está interpretada por un formidable dúo español; lo conforman dos voces excepcionales: Depedro y Fuel Fandango. Está cantada en un ritmo distinto, quizá llamado “Lujo ibérico”, tiene una percusión diferente. Es una de las mejores versiones, si no la mejor, que he escuchado. Háganme caso. ¡No se van a arrepentir!

 

Allí, entre los comentarios que hacen quienes la han escuchado, encontré uno que lo he querido reeditar. Quien lo hace, nos pasa la triste historia de la canción, como él (o ella) “se la ha acabado de encontrar”, y dice:

 

“La Llorona es una canción nacida y escrita en una comunidad Zapoteca del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. La historia cuenta que un joven de Tehuantepec fue a una fiesta en la comunidad vecina, llamada Juchitán. Ahí conoció a una chica tan hermosa que salía de la iglesia vistiendo el famoso traje regional Istmeño, llamado “Huipil”. Por un tiempo se esforzó para conquistar a la joven y después consiguió la aprobación de los padres para casarse con ella. Pero los vientos de la Revolución soplaron en Oaxaca (1911-1912) y antes de irse a la guerra, le dijo algo como lo que sigue:

 

Recuerdo el día que fuimos al río

Y las flores del campo parecían llorar

Pero la guerra me esta llamando

Porque la paz de nuestro país ha sido robada

Volveré por ti y por nuestra familia

Nunca dejaré de amarte, en la vida y en la muerte

 

Finalmente el día de partir llegó y cuando él se despedía de ella, el llanto corrió por sus ojos y los suspiros de dolor invadían el rostro de su amada. Mientras hablaba con ella le tomaba ambas manos, al tiempo que limpiaba con las suyas, las lagrimas que caían por las mejillas de su esposa. Y entonces la llamó "Llorona", porque ella no paraba de llorar sabiendo que quizás, no volvería a ver a su esposo. Besos y promesas volaron por el aire y él juró que regresaría por ella y si eso no sucedía, entonces la iba a esperar en el Paraíso, pues los Zapotecas creen que un verdadero amor puede trascender más allá de la vida y de la muerte. Ella también prometió esperarlo sin importar lo que sucediera…

 

Muchos conocían a la pareja y se apenaron por ellos. El chico se fue a la guerra pero nunca regresó. Tiempos después, un amigo mutuo volvió al pueblo y le dijo a ella: “Tu esposo fue alcanzado por las balas y las heridas eran tan terribles que fue imposible salvarlo. Pero mientras agonizaba me pidió que te dijera que siempre te amaría y que por favor lo perdones. Aquí traigo una carta que me dio para ti” Extractos de la carta decían algo como esto:

 

Salías del templo un día, Llorona, cuando al pasar yo te vi,

Hermoso huipil llevabas, Llorona, que la virgen te creí,

En el cielo nace el sol, mi Llorona, y en el mar nace la luna,

Aunque me cueste la vida, Llorona, no dejaré de quererte.

 

Ay de mí Llorona, Llorona, tu eres mi “Xhunca”,

Me pedirán dejar de quererte, Llorona, pero de olvidarte nunca,

No creas que porque te canto, Llorona, tengo el corazón alegre,

También de dolor se canta, Llorona, cuando llorar no se puede…

 

Ella lloraba todo el tiempo leyendo esa carta y nunca volvió a casarse, porque esperaba reunirse con su amado en el paraíso y cumplir con su promesa. El bebé de ellos nació una semana después de la noticia y cada treinta de octubre los tres cenaban juntos: la esposa y un hijo en la tierra de los vivos y el esposo en el reino de los muertos. Hasta que La Gran Águila los juntó nuevamente… El tiempo pasó y la historia fue escrita como una canción folklórica local que ha sobrevivido en el tiempo…”

 

Cada vez que entra la noche, Llorona, me pongo a pensar y digo:

De qué me sirve la cama, Llorona, si tu no duermes conmigo…


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