19 junio 2022

¿Qué ch... quiere la CONAIE?

Mi mujer dice que son unos salvajes; yo digo que son gente ignorante. La verdad es que no sé qué mismo viene primero, si son salvajes por lo ignorantes o si ignorantes como consecuencia de su salvaje condición. Sea lo que sea, lo uno parece consustancial a lo otro, y el punto es que la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) representa, en el mejor de los casos, solo a un siete por ciento de la población del Ecuador, lo cual tampoco quiere decir que todos los indígenas estén de acuerdo con sus propuestas. De hecho, ni siquiera saben a qué conducen esas propuestas. Nosotros mismo, los demás ecuatorianos, no estamos seguros de qué es lo que quieren si, por lo que parece, ellos tampoco lo saben, tampoco lo tienen claro… 

Lo cierto es que la CONAIE es (debe ser) una organización de carácter social, pero con su insistencia en interrumpir las actividades productivas, ejercita el vandalismo y paraliza el país. Se supone que ahora funge de organización política (ellos dicen que su principal empeño es “bajar” al presidente), como si todo lo anteriormente mencionado pudiera considerarse como política. Yo, por mi parte, creo que todo aquello es más bien acción destructiva. Vamos, digámoslo de una vez: es pura actividad ilegítima, ilegal y terrorista. ¿Qué, si no, es todo aquello de destruir negocios, amedrentar a la gente que quiere movilizarse e incendiar vehículos, cuyos propietarios han cometido el aparente delito de tratar de llegar a su casa y solo procuran evitar a esas hordas de asalariados, que ni siquiera saben quién les paga, menos qué mismo quieren?

 

Partamos de que la protesta es un derecho inalienable y, además, consagrado en la Constitución. Creo que eso está fuera de duda, nadie lo discute. Pero la protesta debe tener canales, métodos y mecanismos que aseguren que lo que se hace, con el pretexto de reclamar, no afecte adversamente a los demás ciudadanos (en este caso, el otro 93 %). Protestar no puede ser solo tirar piedras, obstruir caminos, incendiar neumáticos o invadir la propiedad ajena (he visto turbas de indígenas alienados secuestrando vehículos de distribución de lácteos y solazándose en regar esos productos en la calzada para que los aprovechen los perros); protestar es argumentar razones, transmitir las causas de un supuesto malestar y reclamar por soluciones. Lo demás, no solo es incivil y bárbaro, es delincuencial y criminal; debe ser vedado y castigado con todo el rigor de la ley. Y sin atenuantes.

 

Ahora bien, ¿qué van a hacer los indígenas cuando “se bajen al Lasso” –como ellos dicen– o se tomen la atribución de destituir al presidente? ¿Acaso van ellos a asumir la administración del estado?, ¿realmente, saben cómo hacerlo?, ¿van ellos a proporcionarse la soluciones a los supuestos problemas por los que están reclamando? Me temo que no, si ni siquiera saben cómo expresarse. Se niegan a aceptar el diálogo, la forma más civilizada y democrática de cualquier método de convivencia. Pero, además, ¿quién les ha otorgado esa potestad, la de abrogarse la facultad de cesar en sus funciones a un mandatario legítimamente elegido?

 

En medio de todo este absurdo y anárquico guirigay, ¿qué dicen los partidos políticos? (que se llenan la boca hablando de democracia cuando hay este tipo de protestas violentas nada tienen de democráticas); ¿qué quieren ellos?, ¿pescar a río revuelto, a ver si se favorecen con los eventuales y turbios resultados? Aquí sí: ¿qué chu(ros) quieren? ¿Quo vadis?, ¿a dónde vamos con su cómplice –conspirador y copartícipe– silencio? Tal vez lo entendamos si solo consideramos su inmoral interés, su torpe ambición… Pero, ¿dónde queda el país que dicen defender?, ¿dónde la paz, la tranquilidad, el bienestar de los demás ciudadanos, a los que dicen “representar”? En fin, tantas preguntas, que mientras unos protestan nadie se atreve a contestar. En medio de todo: ¿qué dice la Asamblea? ¡Mudos! No parece que sus integrantes quieran decir nada. ¿Podemos llamar “democracia a esta absurda forma de relajo? Mientras tanto, los revoltosos siguen actuando al costado de la ley...

 

¡Bajarse al presidente!... Manido y recurrente grito de guerra que desconoce toda forma de correcta y establecida manera de manifestación democrática, elemento esencial de esa misma democracia que les permite tan impune y cobardemente destrozar y agredir todo lo que quizá es símbolo de lo que ellos no pueden comprender. ¿A dónde, si no, podemos ir como sociedad, si caemos en manos de la incultura y el analfabetismo, la ineptitud y el oscurantismo, el gesto artero y el grito aleve, la ignorancia más servil y la más torpe inexperiencia?

 

A lo mejor no hemos entendido lo que quieren… ¿Lo saben ellos, los indígenas? O ¿será que alguien los está utilizando?, justamente por lo que son... Y que los convierte en eso, nada más que en eso: en lamentable “carne de cañón”... Por ello, y para finalizar, termino preguntando ¿Qué esperan nuestras autoridades para declarar a este grupo subversivo como una organización delictiva que actúa al margen de la institucionalidad?


Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario