25 enero 2024

Despedida a Raúl Cruz Llaguno *

…Voy a tratar de ser sucinto y breve; como él mismo gustaba serlo. En ello, creo que nunca le pudimos superar…

Hacia fines del siglo XIX un autor irlandés, Oscar Wilde, escribió una pequeña obra de teatro que se tradujo al español como La importancia de llamarse Ernesto **. Fue por lástima una traducción inexacta… No solo que Ernest y earnest son dos vocablos distintos (sin embargo de que suenen parecido, pues son homófonos), sino que ese título en castellano no recoge la intención del escritor que lo que quiso, en realidad, fue dar mérito a “La importancia de ser serio”... “Earnest” quiere decir confiable, formal, serio; todo lo que Raúl sabía ser, aunque él lo hacía con elegancia y discreción. Raúl era el epítome de la integridad, un hombre honesto y cabal. Ese era su auténtico valor moral.

 

Curiosamente, Wilde sentenció en algún otro momento algo contradictorio, dijo que: "La vida es una cosa demasiado importante como para ser tomada en serio"... Imagino que tal vez quiso referirse a las vicisitudes cotidianas o a los problemas que nos abruman, o –¿quién sabe?– a la fugacidad de la vida, porque es justamente en atribulados y difíciles episodios, como el de éste momento, cuando asistimos a una triste despedida, que confirmamos que en la vida hay asuntos demasiado trascendentes como para no saberlos tomar con la debida seriedad.

 

Conocí a Raúl gracias a ese juego elusivo que es el golf, un entretenimiento que yo mismo a veces me cuestiono si en realidad es un deporte, pues en él no se transpira ni tampoco exige esfuerzo cardiovascular; bien visto, ni siquiera creo que en rigor es un juego, porque para hacerlo bien, hay que ejercitarlo como si se tratara de algo de veras serio… nos empeñamos en ejecutarlo con un enorme respeto: requiere de un profundo sentido de honestidad.

 

Y quizá sea por ello que proclamamos que “el golf es una metáfora de la vida”, porque al final no se juega contra los otros compañeros (con nuestros ocasionales adversarios) o contra los elementos de la naturaleza o contra los obstáculos que se presentan en la cancha; y ni siquiera contra la cancha misma… Un poco tarde comprendemos que contra quien de veras jugamos es contra aquel niño díscolo y travieso que tenemos dentro de nosotros mismos; y así es como el golf nos enseña que por superficiales y baladíes que sean nuestros humanos pasatiempos, también hay que saberlos ejecutar respetando unas reglas establecidas y que hay que saber hacerlo empleando un serio y responsable sentido de camaradería y de deportiva generosidad.

 

Raúl no fue lo que llaman “un amigo de toda la vida”, mi amistad viene de quince o veinte años. Fuimos compañeros, pero compañeros de juego; la verdad es que yo era unos pocos años menor a él. Por eso, a veces siento que fue una lástima que no pude disfrutar más temprano de su amistad. Pero, en compensación, fue ello mismo una fortuna (con el amplio sentido que esa palabra tiene, que también quiere decir tesoro y casualidad). Nos hicimos amigos con la madurez para saber apreciar la amistad como algo de veras entrañable, algo que debe honrarse sin subterfugios, sin artimañas ni artificios… y que hay que saberla cultivar con sencillez, desinterés y recíproca integridad.

 

Raúl fue un hombre bueno, era un hombre sencillo y honesto, un amigo sincero y cabal. Si un recuerdo guardaré de su amistad es que irradiaba una luz como la que solo suele prodigar una estrella, pero con una virtud adicional: ese resplandor no solo iluminaba, también regalaba calor y, si uno se acercaba, ese astro luminoso también sabía abrigar…

 

Querido Raúl: estoy aquí para despedirme, para decirte que nos vas a hacer falta y que te vamos a extrañar. Quiero decirte "gracias", desearte un viaje tranquilo y que Dios te bendiga; que Dios bendiga a Liche y a tus hijos. En cuanto a ti… te lo voy a decir “muy en serio”: Oye, Raúl… ¡ya descansa! Sí, mi querido amigo, ¡que descanses en paz!

 

 *    Elogio fúnebre reeditado de una grabación proporcionada.

 ** Existe una versión de Alfonso Reyes; en ella el título es diferente, cambia a La importancia de ser Severo. El nombre ha sido reemplazado para conservar el juego de palabras que el título de Wilde tiene en el idioma original.


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