29 agosto 2014

Kimchi, otra vez…

Confieso que soy un entusiasta de la comida oriental. Nada existe que satisfaga más mi paladar que ciertos platillos japoneses; pero los que más llaman mi atención no son precisamente los más tradicionales -aquellos como el “sushi”, el “sashimi” o el “tempura”-; los que son mis favoritos son, más bien, los que tienen una fuente menos comercial, que representan recetas de consumo familiar y que están presentes en la dieta de los hogares nipones. Uno de ellos es una muy fina chuleta apanada de cerdo que se sirve sobre una cama de arroz, cebolla y huevo, y que llaman “catsu-don”. Eso es algo como para realmente lamerse los dedos!

La comida coreana está también entre mis favoritas; lo malo es que no siempre se logra encontrar la verdadera, la auténtica. Sin embargo, si se tiene la suerte de hallar un lugar con el genuino sabor tradicional, especialmente en lo relativo a esos pequeños pozuelos que se sirven como generosa guarnición, esta puede ser una señal anticipada de la calidad que ha de tener la sazón de los platos que vendrán luego. Cuando se toma el gusto a la comida coreana es imposible no querer volver a disfrutar esas sopas picantes y aquellos otros sabrosos platillos en que se combinan los vegetales con mariscos o carnes de diferentes tipos.

Fue precisamente en uno de esos nuevos restaurantes coreanos que han abierto en mi tierra, que hace pocas semanas creí haber dejado olvidados mis lentes de lectura. Lástima que ya había llegado a casa cuando advertí que los había extraviado. Como muy pronto había hecho “migas” con el amigable propietario, disponía por fortuna de la tarjeta de negocios del local y opté por hacer una llamada para averiguar si los había dejado sobre la mesa que había ocupado.

No me contestó el ciudadano coreano. Quien me reconoció y trató de asistirme fue el salonero nacional que fungía como su asistente. Pude apreciar, mientras esperaba en la línea, cómo él consultaba a las personas que atendían en la barra, si yo había dejado olvidados mis anteojos sobre la mesa en la que me habían atendido hasta hace tan poco rato. Para mi sorpresa, el empleado -al tratar de identificarme- se refirió a mi persona como a “ese señor mayorcito”…

Ha de comprenderse que, a pesar del ultraje del que fui objeto… mucho ha de gustarme la comida coreana que, agraviado y todo, no he dudado -desde aquél oprobioso episodio- en volver al mentado local, muy a pesar de la irreverencia en cuestión. Pero no debo echarle la culpa al mozo injurioso y desaprensivo, pues he empezado a darme cuenta que he pasado a ser efectivamente un hombre viejo -“un señor mayorcito”- para muchas de las personas que tienen que interactuar conmigo. Hoy mismo, leyendo la novela “1984”, de Orwell, me he topado con una nueva lindeza. El autor presenta a Mr. Charrington, uno de sus personajes, como a un “viejo” viudo “de sesenta y tres años”! Sesenta más IVA, como ahora dicen…

Ahí, en el restaurante coreano que hoy comento, una pareja de enamorados saboreaba una bandeja de sabrosísimo “pulgogi”, trocitos finísimos de carne que se los envuelve en una crujiente lechuga para introducirlos en la boca con las manos. Ellos lo hacían, no obstante, usando un método bastante más romántico: preparaban sus respectivos bocados, pero no introducían estas delicias en su propia boca, sino en la del compañero que tenían al frente... No pude dejar de reconocer y comentar que algo de obsceno encontré en aquel delicado trámite…

Entonces advertí que, así como existe el “kimchi” y esa infinidad de guarniciones -que en la comida coreana son una cortesía de la casa-, abundan también en nuestro idioma una serie de palabras que se refieren a temas similares, aunque no suenen del todo parecidas. Me puse a pensar, por ejemplo, en la diferencia entre obsceno y pornográfico. Caí en cuenta que lo obsceno involucra al pudor, pero que no necesariamente implica pornografía. Por esa cantera andan otras voces como erótico, profano, promiscuo y blasfemo. Términos que, sin querer, nos vienen a la mente cuando vemos a otros comer con un estilo diferente, no exento de apetito…

Quito

Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario