02 septiembre 2020

Una argumentación fútil

Siempre abrigué la sospecha, aunque nunca estuve convencido, de que una palabra inglesa, “conundrum”, pudiera tener una raíz latina. De hecho, siempre me pregunté, que de ser ese el caso, por qué era que no teníamos esa misma palabra, o quizá una parecida, en el español. Si palabras terminadas en “um”, como memorándum o vademécum se siguen utilizando en nuestro idioma, era lógico pensar que conundrum pudiera tener su origen en el idioma de Lacio. En español utilizamos palabras con similar sentido, como dilema, enigma o acertijo, que ni de lejos se parecen a la utilizada en la lengua de Shakespeare, una voz escuchada con frecuencia y en muchas partes.

Por lo mismo, si alguien trata de buscar la etimología de la palabra que he citado, casi en forma invariable va a encontrar que "su origen es desconocido" o que “no está claramente definido”; se sabe que su uso, debido probablemente a la influencia del inglés, es cada vez más frecuente a nivel internacional, sobre todo para ilustrar algo difícil o imposible de resolver. Conundrum se utiliza para expresar que algo es como un rompecabezas, un misterio, una situación paradójica; es un juego de palabras o una adivinanza, quizá una pregunta con una trampa escondida que pudiera tener un doble significado. Un conundrum representa un postulado lógico que elude una fácil solución, que encierra un acertijo; es un problema intrincado y complejo por resolver.

El OED (Oxford English Dictionary) menciona que su uso es posterior al final de la Edad Media, alrededor del SS XVI tardío, lo que pudiera significar que es una de esas voces que terminan por ser aceptadas por la frecuencia de su uso, porque se parecen a otras, porque existe una similar en otro idioma o quizá, simplemente, porque terminan por recalar en el diccionario debido a que no existe otra que pudiera expresar lo mismo. Descubrir el origen de conundrum es en sí otro enigma, elude una solución. Representa en sí mismo otro escurridizo acertijo.

A pesar de todo, parece existir una posibilidad que pudiera convencerme, a la final pudiera considerarse como una explicación basada en el latín y es la siguiente: existe en el centro de Portugal una ciudad famosa por ser un centro de estudios y de sabiduría, se llama Coímbra. Esta ciudad es la sede de una renombrada universidad que se habría fundado hace más de setecientos años (1290). Parece que superado el Medioevo, el rey encargó a diferentes comunidades religiosas la administración de las distintas facultades de este centro del saber; y, como era costumbre en esos inquietos años, existieron serias controversias entre racionalistas y nominalistas. La secular controversia de los universales.

Habrían sido los religiosos los que pusieron leña a este conflicto o, por lo menos, quienes propiciaron estas discusiones; para muchos, tan insulsas y anodinas como “averiguar el sexo de los ángeles”. Se sugiere que maestros y docentes gastaban gran parte de su tiempo, entretenidos en argumentaciones basadas en los significados de las palabras. Coímbra era conocida como Conimbrica en latín; con el tiempo, aquellas discusiones y controversias inútiles fueron bautizadas como “Conimbrienum argumentum” o, lo que es lo mismo, discusiones o “argumentos de Coímbra”, lo que viene a ser lo mismo que insulsas o insignificantes “discusiones bizantinas”...

Tal parece que aquellas “otras” discusiones, las bizantinas, no fueron sino debates que escindieron a la iglesia de Oriente por muchos siglos. Entonces se trataba de la naturaleza de los ángeles, de la verdadera divinidad de Cristo, de si Dios era uno y trino (el dogma de la Santísima Trinidad); los religiosos estaban tan empeñados en tales disquisiciones y debates de carácter escolástico que parece que no tenían tiempo sino para estos insólitos contrapunteos. Todo esto sucedía en una ciudad que primero fue conocida como Bizancio; un día fue refundada y embellecida por el emperador Constantino que la rebautizó como Constantinopla; sus pobladores habrían estado tan ocupados con sus litigios que fueron conquistados por una tribu de turcos musulmanes, los otomanos (de Osmán, su líder). Hoy la llaman Estambul...

De vuelta a la palabra inglesa, es probable que el famoso argumento de Coímbra o Conimbrienum Argumentum, se haya convertido de pronto en una fórmula demasiado larga, y en una expresión muy complicada para ser pronunciada con facilidad. La alternativa entonces pasó a ser la acordada contracción de las dos palabras y los hablantes de aquel idioma germánico insular empezaron a utilizar una palabra que les era más fácil de recordar y pronunciar. En resumen: inventaron una nueva palabra. Hoy conundrum es un término de enorme riqueza semántica; significa enigma, acertijo, dilema o misterio. Representa un problema de elusiva solución, una pregunta con dos o más significados, una trampa interpuesta. ¿Quién sabe?, tal vez una adivinanza encerrada en un juego de palabras; o, quizá, una situación controversial o paradójica. Un rompecabezas, algo imposible de resolver.

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