30 abril 2023

La movilidad de la Pascua

La Pascua es una celebración inestable, pendular, trashumante; no sin razón es una fiesta “móvil”; a veces ocurre la última semana de marzo y otras a fines de abril. Todo porque su fórmula de cálculo sigue la tradición hebrea. Pascua (passover en inglés) viene de la palabra hebrea pésaj que quiere decir éxodo o salida; con la Pascua los judíos celebran la salida de Egipto, como la describe justamente el Éxodo, el segundo de los libros de la Biblia. Según su texto, los judíos habrían permanecido alrededor de 400 años en cautiverio (hay quienes dicen que estuvieron 430 en tierra ajena). Para los católicos, en cambio, la Pascua es algo diferente, con ella se celebra la resurrección de Jesucristo que había sido inmolado en la cruz.

 

Existe mucha controversia en cuanto a la duración de la supuesta permanencia de los judíos en Egipto. No se debe olvidar que, aunque la Biblia es un libro que supuestamente ha sido escrito por inspiración divina, no se trata de un documento histórico. Es en gran medida un documento legendario, adornado por metáforas y parábolas. Esos 400 años pueden no necesariamente referirse a años de cautiverio sino al tiempo que eventualmente los judíos estuvieron fuera de su tierra, hasta que ellos volvieron a Canaán luego de haber celebrado la “alianza” con Dios y de haber recibido por medio de Moisés las tablas con los Diez Mandamientos.

 

Quienes escribieron esos textos, pudieron haber estado influenciados por la tendencia a utilizar unos guarismos que desde siempre les parecieron algo mágicos; me refiero a números como el 40 o el 400. Se habla de que el supuesto cautiverio duró 400 años y el viaje de regreso a la “tierra prometida” otros 40. Moisés habría subido al monte Sinaí por cuarenta días para orar y recibir los mandamientos. Pudiera haber existido también un período de tiempo que se tradujo arbitrariamente con la voz año; si se revisa el Génesis, resulta poco fiable aceptar que hubo patriarcas que vivieron hasta la increíble edad de 969 años. Por mi parte, estoy persuadido de que lo que se ha traducido como “años” se refiere más bien a una forma distinta de calcular el tiempo; hoy aquello nos parece un acertijo…

 

La Pascua es móvil porque para su cálculo se utiliza el calendario lunar (los meses selenitas duran 29 días y medio), a pesar de que su otra referencia, el equinoccio de primavera en el hemisferio norte, tiene una fecha bastante estable (entre el 20 y 21 de marzo, y solo ocasionalmente un día antes o después). Equinoccio quiere decir “igual noche”; es el único día del semestre en que la duración de la claridad del día es exactamente igual a la de la noche (asunto distinto son los solsticios que marcan el día con más o menos horas de claridad en el año). Hasta ahí no hay problema; todo se desarregla cuando se sigue la norma impuesta por el I Concilio de Nicea (año 325) para establecer el día final de la Pascua, que debe ocurrir “el primer domingo luego de la primera luna llena después del equinoccio de marzo”.

 

La dificultad se presenta porque esa luna llena puede ocurrir tan pronto como el 20 de marzo (si el equinoccio sucede el 19) o tan tarde como el 21 de abril (si el equinoccio cae en el 22 de marzo). Si a esto sumamos que luego de calcular los 29 días esa fecha cae en cualquier día de la semana de lunes a sábado, la Pascua puede alterarse hasta en seis días adicionales a lo previsto, ocurriendo en ocasiones casi tan tarde como un día alrededor del 25 de abril.

 

Esta movilidad parecería no ser importante; de hecho hay personas y sociedades enteras que no se inmutan por la influencia de la variación en la fecha de ocurrencia de la Pascua. Así y todo, mucha gente expresa su preocupación porque esta festividad ocurra en un período de tiempo más estable (o con un domingo de Pascua que ocurra entre el 8 y 15 de abril, por ejemplo). El actual papa Francisco, ha sugerido un cambio en ese sentido (para hacer coincidir la Pascua con la segunda semana de abril); esto apuntaría a actuar con un sentido más regular y práctico. El cálculo respectivo sería más predecible si se acordaría que el domingo de Pascua de Resurrección fuera “el primer domingo después del 10 de abril”, por ejemplo. Algo como lo ya establecido para el Día del Trabajo o para el Día de la Madre…

 

Por el momento, la celebración variable de la Pascua afecta la programación del año civil y especialmente a los períodos de docencia. El conseguir que la Pascua Florida ocurra durante una cláusula más reducida de tiempo (un lapso de no más de diez días) ayudaría a regular en forma más equitativa las vacaciones escolares y permitiría reconocer la festividad en forma similar a como lo hacemos con la celebración navideña. Pudiera ser difícil cambiar una vieja costumbre, pero va siendo hora de sacar a la Luna de tan compleja ecuación.


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