01 diciembre 2023

Los Chillos, mirando al futuro (2)

Pero eso es lo que hay… La autopista Rumiñahui ha dado una gran utilidad, pero ya nació mal diseñada y mal hecha. Como con frecuencia ocurre, su ‘remodelación’ obedeció al cumplimiento de una oferta de campaña, pero nunca se convirtió en la vía ágil y segura con la que soñaron los residentes y visitantes del Valle de los Chillos. A estas alturas, reformarla para darle adecuada entidad bien pudiera ser tan costoso, o más, que si se construiría una vía alterna; pero ya va siendo hora de que se vaya planificando una nueva ruta que ofrezca las características que se han expuesto.

Si miramos hacia el futuro, y analizamos las situaciones que se irán creando en el Valle de los Chillos, hemos de coincidir en que no se puede perder un solo día más; habrá que empezar a planificar para convertir esas zonas en sectores sustentables, en los que se pueda vivir con bienestar y comodidad. Una de las prioridades, vista desde el plano de la infraestructura, será tener vías de acceso y evacuación debidamente diseñadas, ejecutadas con criterios modernos de construcción; y, asimismo, una red de vías de alta velocidad que conviertan lo que quiso ser el Valle (zona de recreo y quintas vacacionales) en una ciudad debidamente estructurada que pueda satisfacer las necesidades y expectativas de sus futuros moradores.

 

Es por ello que hace falta un plan integral para “idear” esa nueva ciudad del futuro. No hace falta “inventar el agua tibia” pero es imprescindible que las entidades encargadas busquen la mejor alternativa posible a objeto de poner en marcha un nuevo concepto de lo que debe ser el desarrollo urbano del sector. En este sentido, no se puede desconocer la naturaleza orográfica de las zonas donde se van a acentuar las congestiones comerciales y de vivienda. Esto porque existe un área de espacio reducido que está bañada por tres ríos (de norte a sur: Pita, Santa Clara y San Pedro), lo que requiere fórmulas de interconexión que tendrán que ser implementadas con un sinnúmero de puentes y otras complejas obras de vialidad.

 

Mirar a futuro las necesidades viales hace inevitable repensar también la problemática de la transportación y las soluciones pertinentes. Este aspecto desafía a la imaginación respecto a la búsqueda de alternativas y diseños novedosos; no hay duda que aquello generará nuevos inconvenientes pero habrá que tomarlos como una posibilidad de mejora y como una nueva oportunidad. Poco a poco se irá advirtiendo que hay mucho por atender y construir: parques, colegios, hospitales, centros comerciales, agencias zonales, bancos, universidades… La dinámica irá marcando nuevos requerimientos y obligando a improvisar otras soluciones. Para ello, se hace necesaria la creación de un ente multidisciplinario que se encargue de la planificación.

 

Pero no todo se relaciona con una mejor y más eficiente infraestructura física; las necesidades que avizoramos, y que ya están a la vuelta de la esquina, requerirán un rediseño global del aspecto administrativo. La vieja distribución (o separación) de los dos cantones, Quito y Rumiñahui, es ya un concepto obsoleto que se debe revisar. El nuevo sector, comprendido por San Rafael, El Triángulo y la zona conocida como San Gabriel (que tiene un sorprendente y nunca anticipado desarrollo comercial) debe integrarse dentro de un mismo y coherente ente administrativo (cantón o distrito), que debe gozar de autonomía e independencia para sus procesos de gestión, lo cual requerirá de una importante redefinición administrativa.

 

Por lo demás, el sector va a ir alcanzando un desarrollo muy auspicioso; ya están presentes la iniciativa privada y el esfuerzo empresarial; hace falta efectuar un reordenamiento urbano, sin descuidar el adecuado trazo de las calzadas y aplicar un concepto de normalización (lástima que los adultos mayores ya no veremos el resultado propuesto).

 

Esto nos llevará a pensar en la impostergable necesidad de que las principales entidades del Estado, sean de la naturaleza que fueren, vayan estableciendo sucursales administrativas que procuren hacer más ágil y eficiente, más cómodo y fácil, el manejo de los respectivos trámites y gestiones que los ciudadanos deberán efectuar. Es probable que sea necesario –con idéntico propósito y cometido– que se busque asesoramiento internacional para proveer estos nuevos servicios y mejorar los ya existentes. Hacen falta bibliotecas y paraninfos; canchas deportivas, teatros y centros comunitarios; zonas de estacionamiento, espacios de recreación y lugares que suplan las exigencias peatonales. En fin, hay tanto para soñar, tanto por planificar y tanto por hacer… 

 

Quizá existan los recursos; y, desde luego, el buen gusto para hacerlo…


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