13 enero 2012

La metamorfosis

Existen cambios y transformaciones que se producen en forma paciente y muy lenta, su avance y consecuencias suelen ser no solo intangibles, sino además imperceptibles. El resultado final es tal que no solo se advierte una mutación en la forma, sino además una transformación en las funciones y en la forma de vida. En esto consiste justamente lo que en biología se conoce como metamorfosis. Se trata de evoluciones lentas que producen sorprendentes alteraciones.

Siento que este tipo de mudanza es el que ha experimentado en el último lustro nuestro país; y sugiero que no nos hemos apercibido del cambio justamente por la naturaleza evolutiva que ha tenido esta suerte de transformación institucional y política. No de otra manera puedo comprender cómo es que la gente no haya podido advertir el cambio brutal que se ha producido en la práctica política y la mudanza que se ha experimentado en los valores institucionales. Por ello, cuando uno se ha ausentado del país por unos pocos años, no puede comprender cómo fueron posibles estas absurdas e insospechadas variaciones, cómo fue posible que la gente no haya respondido a tiempo frente a los abusos y arbitrariedades.

Así observo, por ejemplo, que a pretexto de destruir la llamada “partidocracia” se ha impuesto la dictadura de un partido único que somete a su voluntad todos los poderes del estado; que a pretexto de institucionalizar el país, se ha llegado a instrumentalizar una constituyente –y a utilizar al mismo pueblo- con el objeto de imponer una visión maniquea del estado en la que campean la arbitrariedad, el despotismo y la intolerancia; que a pretexto de promover la muy novedosa “participación ciudadana”, se han implementado mañosas, artificiosas y espurias enmiendas que contradicen la ley soberana, con el objeto de satisfacer sórdidos apetitos y resolver litigios que están animados por las pasiones más abyectas.

Tan deleznable y vacío resulta este último concepto que no solo tal participación no aparece en términos prácticos por ninguna parte, sino que hoy la libertad de expresión se encuentra coartada y la ciudadanía está restringida de participar en tan fundamental como acostumbrado privilegio. En mis tiempos de hombre interesado en los asuntos de la república, no recuerdo otra instancia histórica –ni siquiera en los momentos en que soportamos las ya olvidadas dictaduras- en que se haya usado con tanta hipocresía y desparpajo tantos recursos de la ley y que se haya manoseado tanto la justicia a efecto de imponer el atropello y el cinismo.

Quizás por ello, esta madrugada he despertado de mis sueños, y me he sentido como Gregorio Samsa, el personaje de “La metamorfosis” de Kafka, y me he sentido convertido en un repulsivo parásito, transformado en un asqueroso insecto; y me he persuadido que aquella democracia, a la que antes me había acostumbrado, se había convertido en una fétida y repugnante tiranía!

Al igual que Samsa, sólo he atinado a preguntarme: ¿Qué fue lo que pasó…?

Quito, enero 13 de 2012
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