05 enero 2012

Espasmos y soroches

El último estertor del año ha coincidido con el primero de un malestar gástrico que me ha afectado por lo que va de la presente semana. Se trata de un espasmo que he venido sintiendo hacia la parte izquierda del bajo vientre, lo que me ha hecho sospechar en la recurrencia de una de mis viejas afecciones estomacales. Esta situación de salud ha sido, en parte, causa y motivo para que mis entregas no les hayan llegado a mis lectores con la regularidad -o con la periodicidad- con que he venido tratando de cumplir con mis compromisos. Para colmo, cierta interrupción en el servicio regular del Internet, no me ha permitido atender este blog mientras disfrutaba de unos cortos días de distensión en la playa.

Ayer, cuando he regresado, el malestar se me ha amplificado con los efectos de la altura. Así, a los efectos gástricos que produce la montaña se ha sumado esa suerte de inexplicable malestar que sentimos quienes hemos perdido facilidad para adaptarnos a la reducción del suministro de oxígeno. He experimentado ese calofrío combinado con una sensación de náusea que hace pensar en las secuelas de haberse intoxicado. Por fortuna hoy he amanecido con mejor disposición y el nuevo talante me ha permitido, por lo menos, publicar la última entrega que había dejado pendiente durante los días postreros del año que ya ha terminado.

Si bien la intención del blog había sido la de contar y comentar las impresiones y experiencias mientras –como consecuencia de mi actividad- estuve lejos del país, he optado por seguir escribiendo estas humildes notas en la medida que me ha sido factible. Como sucede en la vida, y pienso que esto no deja de tener su lógica, nuestras circunstancias varían y cambian, y no siempre es posible cumplir con los compromisos que uno mismo se impone. Además esta disciplina, la de hacer unas entregas periódicas, nos va creando la inquietud de intentar otras tareas que tienen que ver –supongo yo- con la adquisición de lo que llaman “el oficio”.

Esta situación parece ponerme frente a dos disyuntivas: mantener el esquema al que he acostumbrado a mis seguidores y hacer entregas menos esporádicas; o, reducir el tamaño de estos modestos escritos, mientras hago lo posible porque los mismos sigan teniendo la periodicidad que había caracterizado a mi primera intención. En esta incertidumbre, debo confesar que se me ha pasado más de una vez por la cabeza la difícil decisión de suspender este compromiso. Mas, como ya lo he indicado, las circunstancias de la vida cambian y no hacemos sino tratar de adaptarnos a esas nuevas condiciones, a esos nuevos requisitos.

Al reiniciar este espacio, les renuevo el sentimiento de mi gratitud y les expreso mis mejores deseos por un nuevo año lleno de mejores realizaciones.

Quito, enero 5 de 2012
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