10 diciembre 2012

Ataque de pánico

“Hola, ni nombre es Lola. Soy de Culiacán pero vivo en Guanajuato. Tengo 42 años. Ya son como dos años que siento estos ataques inesperados de angustia y creo que me voy a morir. Todo empieza con unas como náuseas y una sensación de mareo, luego me vienen hormigueos en los brazos, en las piernas y en todo el cuerpo. Siento que el pulso se me acelera y que se me cierra la garganta; entonces vienen estas horribles palpitaciones y pienso que me voy a morir. Mi esposo ha empezado a creer que me estoy volviendo loca y que todo lo que tengo solo está en mi cabeza, dice que es mi pura imaginación. Hago un esfuerzo por controlarme, pero me siento tan desesperada que me parece que la respiración se me paraliza y que va a darme un infarto al corazón. Ya van algunas veces que han tenido que llevarme de urgencia al hospital. Los médicos no me encuentran nada y dicen que solo se trata de un ataque de pánico o de ansiedad. La crisis me pasa con unas pastillas; pero de nuevo, y en el momento menos esperado, el ataque se me vuelve a presentar”. Testimonio de una paciente imaginaria.

“Hola, me llamo Mariano pero me dicen Alberto. No soy de Guanajuato y, ni Diosito quiera, tampoco de Culiacán. Pero les juro que aunque no tuve ninguno de esos feos síntomas que cuentan los demás, hoy estuve a punto de que me llevaran al hospital. A mí también me sobrevino uno de esos momentos de angustia y de ansiedad. Todo sucedió cuando traté de ingresar a mi cuenta para revisar el blog y me topé con la sorpresa de que no había forma de lograr acceso a mi página ‘web’. Por un momento pensé que se trataba de alguna restricción o mal funcionamiento del Internet; no dejé de considerar la posibilidad de que “Blogspot” hubiese entrado en una fase de reparación. Tampoco descarté que se hubiese tratado de un virus que habría infectado al ordenador; y, desde luego, y esto sí que me produjo pánico, que el gobierno me hubiera bloqueado el blog. Lo cierto es que nada podía descartar, sobre todo en estos tiempos revolucionarios que invitan a la angustia ciudadana. Tiempos de ‘El pánico ya es de todos’ y del ‘Prohibido olvidar’. Hija qué susto!”. Testimonio de un bloguero angustiado.

Dicen los que saben que el pánico no es un estado, y ni siquiera una enfermedad, sino tan solo la consecuencia de un proceso. Alguna vez, viendo la tele, me enteré que se identificaba por tres requisitos: la sensación de peligro, el hecho de sentirse acorralado y la falta de información. Algo de cada uno de estos ingredientes debe haber sido parte de la receta de esa pócima amarga que tuve que tomar esta mañana. Sensación de peligro, porque no sería la primera vez que se me habría bloqueado el acceso a una dirección ciber-náutica. Percepción de hallarme arrinconado, porque por un lado no sabía ni a quién acudir, ni a quién reclamar, ni qué mismo hacer. Y, falta de información, porque a pesar de detectar los síntomas del bloqueo, no había recibido ninguna advertencia, ni el portal que yo mismo administro me ofrecía ningún tipo de pista o explicación.

Y entonces el resultado fue el mismo que el de Lola, la de Guanajuato (o creo que dijo de Culiacán): que me empezaron las sudoraciones, las palpitaciones, y el ‘hija y ahora qué hago?’. Así que no tuve más que hacer como en el simulador, cuando me ponen una falla que no me esperaba y que me había olvidado de estudiar: lo primero de todo es respirar profundo -me dije yo- y mejor es pensar con calma y tratarse de tranquilizar. Lo primero que hice fue apagar y volver a encender el Mozilla Firefox: nada! Siguiente paso: intentar un re-encendido del computador. Otra vez nada! Luego, asegurarme de que estaba funcionando normalmente el casi siempre lento servidor: tampoco nada! Solo me quedaba un último recurso: tomar el ordenador y llevármelo al servicio técnico, para que diagnosticaran la razón de mi intempestiva angustia. De este pánico que me llevaba al hospital…

Ahí, en el servicio técnico, dijeron que ni yo ni el computador tenemos nada; que todo es culpa del Internet que ahora anda lento y saturado, pero que no me debo preocupar. Sin embargo, mi mujer cree que me he vuelto loco, como dizque dice también el esposo de Lola, la que vive en Guanajuato, y ella está segura -mi mujer, no la de Culiacán- que estos ataques se me van con el tiempo a repetir y, lo que es peor, a intensificar. Es que esta es una horrible sensación que no le deseo a nadie; que el blog se me vaya a volver a morir; quiero decir, que se me vaya a volver a bloquear. Sí, qué pánico!

Quito, 10 de diciembre de 2012
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