02 diciembre 2012

Croquis de un presidio

Soy un hombre afortunado. Nótese que, para decirlo, no tengo necesidad de recurrir a un adverbio como quizá, ni anteceder la frase con el uso de un verbo, como “creer”, para expresar el menor atisbo de incertidumbre. Mi empresa nos ubica a los pilotos que no somos nacionales -los expatriados- en dos hoteles distintos: uno llamado “El Palacio del Mar Rojo” (Red Sea Palace), que los inconformes han rebautizado como “El Presidio del Mar Rojo” (Red Sea Prision), y otro que tiene ubicación y facilidades un poco más generosas: el hotel Crown Plaza de Al-hambra.

Por una razón que desconozco, y que probablemente tenga que ver con esos escogimientos aleatorios que hace la fortuna, nunca he sido designado para ir al Palace, es decir para probar las uvas del mal. Ni siquiera en este último mes que debido a la demanda producida por la temporada de peregrinaciones, los hoteles no han logrado abastecer la demanda inusitada que se ha presentado. Aunque, pensándolo mejor, hablar de lo “inusitado” no resulta completamente acertado, ya que si la demanda no es tan usual durante el resto del año, era predecible que la presencia de peregrinos, año tras año, hubiese tendido cada vez a aumentar.

Al-hambra es en Jeddah una barriada de clase media; o, dicho de mejor manera, de gente de ingresos medios -porque es difícil definir las clases sociales en una sociedad donde los velos aportan a que las diferencias se puedan mimetizar-. Por eso, de no ser por una que otra construcción que ha de albergar la residencia de alguna embajada, no existen en el sector mansiones del tipo que se encuentran en otros barrios de la ciudad. Predominan los edificios de apartamentos de seis a ocho plantas, caracterizados todos por poseer ventanas de tamaño reducido que aseguran la ausencia de calor y, sobre todo, la discreta privacidad, lo cual es una norma de la cultura y del espíritu religioso de este país musulmán.

Dos aspectos deben considerarse, antes de hacer una breve descripción de las características del vecino entorno: el calor casi permanente de la península arábiga, especialmente de las zonas avecinadas al mar; y la carencia de medios propios de transporte para quienes trabajamos aquí en forma ocasional.

A tiro de ballesta de mi peculiar -aunque temporal- y aventajado “presidio”, y siempre siguiendo la distribución urbanística de damero cuadrado, pueden encontrarse: un pequeño centro comercial; dos bien provistos supermercados; unos pocos restaurantes; muchas -léase muchísimas- mezquitas, caracterizadas por sus emblemáticos minaretes; una estación de golosinas, quiero decir de gasolina; las infaltables franquicias de KFC y McDonald’s; y hasta un antro pecaminoso que publicita la satisfacción de las debilidades humanas con sus luminarias de color rosado, donde se expende algo que es duro por fuera y que se deslíe por dentro: los irrenunciables cucuruchos de helado mantecado!

Debo confesar hoy -que por tratarse de mi día postrero de asignatura estoy obligado a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad-, que he obtenido en este último y recién nombrado lugar una especie de carta de residencia permanente y vitalicia, debido a mi malhadada tendencia a disfrutar de los placeres ofrecidos, con artero y pecaminoso desparpajo, detrás de las vitrinas de aquel incitante lugar.

A pesar, sin embargo, de mi manifiesta debilidad por sucumbir ante aquello que por ahí denominan “los placeres de la carne”; estoy cada vez más persuadido que de estas, mis golosas tendencias, ya no tengo opción de poderme rehabilitar. Si bien es conocido aquello de que “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja”; en mi caso sería más apropiado decir “más fácil que pasen uno y cien camellos, antes que un pobre de espíritu que saborea con tanta frecuencia esos voluptuosos helados, pueda -intentar siquiera- conseguir acceso al reino de los cielos”. Y todo por culpa de mi privilegiada fortuna; y, claro, también por la complicidad con que me favorece mi concupiscente como mojigata vecindad…

Jeddah, 3 de diciembre de 2012
Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario