25 febrero 2013

Derrumbe de un puente aéreo

Hay quienes piensan -incluso en mi propia casa- que estoy en desacuerdo con que se haya inaugurado el nuevo aeropuerto capitalino. Es una lástima que así pueda haberse interpretado; pero he de insistir en que su apertura se produjo sin que ciertos factores necesarios para su operación se encuentren listos; y en que -a pesar de todas sus enormes bondades- lo que ya se hizo, pudo haberse hecho aún en mejor forma. Tengo la impresión que se insiste en declarar muchas cosas por carecer de conocimiento adecuado o, simplemente, por conveniencia.

Para empezar, estoy íntimamente persuadido que no pueden compararse papas con manzanas. Se insiste en que la pista del actual aeropuerto de Tababela es la más larga de Sudamérica, lo cual es solo una verdad a medias. En América del Sur existen solo tres aeropuertos internacionales ubicados a gran altura: Quito, Bogotá y La Paz; estos aeropuertos exigen, insisto en la expresión, exigen que sus pistas sean más largas de lo habitual, justamente porque de otra manera no satisfarían lo que en aviación se denomina “performance”. Dicho de otra manera, estas pistas están obligadas a ser más largas para tratar de conseguir los beneficios que, con pistas más cortas, obtienen las otras al nivel del mar!

La pista más larga del aeropuerto de Ezeiza, por ejemplo, tiene tan solo 3.300 metros de longitud, pero aun así ofrece mejor performance que las que he señalado anteriormente. Si la intención era la de convertir al aeropuerto quiteño en verdaderamente intercontinental, debió procurarse que la pista tenga unos 16.000 pies de longitud (aproximadamente 4.900 metros) como es el caso de otro aeropuerto de altura que existe en América -Denver- que se encuentra a 1.650 metros de altitud (aproximadamente 5.400 pies). De modo que, si tanto se insiste en su longitud, esta perseverante prédica solo puede deberse a que existe el secreto convencimiento de que la pista construida no es tan larga como pudo haber sido. Efectivamente, para propósitos de performance para vuelos con carácter intercontinental, Tababela no es suficientemente larga. Dichos vuelos van a salir con importantes limitaciones. Ya lo he mencionado: un B747-400, solo puede sacar algo menos del cincuenta por ciento de su capacidad total.

Siempre se cuestionará la prematura apertura del nuevo aeropuerto sin que estuviesen todavía listas sus vías de comunicación. Yo añadiría que lo que se hizo fue un muy riesgoso error; primero porque no se lo hizo con un debido proceso -utilización simultánea y paulatina movilización-; y segundo porque, bien visto, el nuevo aeropuerto desintegra, en las actuales condiciones, a la capital de la república con la ciudad más populosa del país, donde se concentra el foco de desarrollo industrial y financiero más importante que existe en el Ecuador!

Esto me lleva a la insistente reflexión de porqué se cerró innecesariamente una pista que muy bien pudo seguirse usando para mantener un sistema de tránsito aéreo continuo, cómodo y permanente con Guayaquil, lo que en otros países se conoce como “puente aéreo”. Creo que con las debidas correcciones a su vetusto terminal (ubicación del mismo, zonas de estacionamiento, servicios, etcétera) el viejo aeropuerto muy bien pudo seguirse operando. No es determinante aquella muletilla de que el aeropuerto estaba metido en medio de la ciudad. Acaso no lo están otros aeropuertos importantes en el mundo? (Piénsese en aeródromos como los de Miami, Nueva York, México, como muestra de ejemplo). Además, la pista del viejo aeropuerto capitalino superaba los 3.000 metros de longitud; obsérvese que la de Cuenca no llega a los dos mil metros de longitud total…

Así que, no es que esté en desacuerdo. Lo que creo, y en ello insisto, es en que lo que se hizo se lo pudo haber hecho de mejor manera; y en que el cerrar el viejo aeropuerto no era, de ninguna manera, una real necesidad. El nuevo aeropuerto nos va a integrar mejor con el resto del mundo (sobre todo con América), pero es una lástima que se haya eliminado un instrumento expedito de transportación, como el que ya existía -y que ya lo teníamos- con nuestro puerto principal.

Quito, 25 de febrero de 2013
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