28 julio 2014

El tiempo al revés

A veces me pregunto si ciertas iniciativas políticas, incluso las distintas decisiones que toman los gobiernos, obedecen verdaderamente a las reales necesidades que enfrentan sus pueblos; o si aquellas acciones más bien obedecen a expresiones de ignorancia, a simples manifestaciones de estulticia o a ese irrefrenable y recalcitrante complejo de inferioridad que parecería haberse afincado en ciertas ideologías tercermundistas. Es como si deberíamos aceptar que hasta el tiempo, de manera traviesa, hubiese decidido marchar al revés. Y, realmente, nada puede ser peor que ir a contramano con el tiempo!

Esto y no otra cosa me animo a pensar, cuando descubro que en Bolivia se habría optado, con escasa originalidad, por diseñar un tipo de artilugio, llamado "reloj del sur", cuyas manecillas giran en sentido contrario al que normalmente marchan los demás instrumentos de medir el tiempo, los cuales caminan justamente siguiendo lo que en forma universal se conoce como "sentido horario" o "la dirección de las manecillas del reloj", es decir hacia la derecha. Ello no sólo constituye una peligrosa contradicción sino un insulso anacronismo!

Pero esto precisamente parece haber quitado el sueño a los ideólogos de nuevo cuño, y ancestral resentimiento, del país hermano que, a pretexto de hacer una declaratoria de "identidad nacional" o de "símbolo de cambio", han emprendido en una iniciativa que sólo puede generar desconcierto y confusión en su propio pueblo. Es que los números, además, han sido colocados también en dirección contraria a su ubicación tradicional. Así, lo que, por ejemplo, reflejaría las doce y cincuenta, en un reloj convencional, indicaría realmente las once y diez en este tan absurdo como adefesioso aparato de medición del tiempo...

Cierto es que muchas convenciones que se han ido adoptando en la vida de la humanidad no son sino eso: meros convencionalismos. Estos han sido adoptados por la sociedad frente al convencimiento de su comodidad y conveniencia, para justamente eludir y eliminar los riesgos de actuar de una forma que pudiera no ser uniforme. La vida civilizada está marcada por una serie de reglas que reflejan un implícito acuerdo social y esto no es más que un mero convencionalismo.

Se quiere argumentar que existiría una razón geográfica para esta inusual novelería o "revolucionario" experimento: se arguye que las estaciones se producen en forma antagónica en el hemisferio sur a cómo se producen en el hemisferio norte, se insinúa que los relojes deberían marchar hacia la izquierda o al revés porque, en esa zona, no ocurren los solsticios y equinoccios al mismo tiempo... Pero, el argumento luce como una excusa traída de los cabellos, como un pretexto, que sólo consigue evidenciar un claro complejo de inferioridad frente a un acuerdo que, aunque pudiera parecer sólo un mero convencionalismo, es un útil y válido instrumento que ayuda a hacer más fácil la vida de la gente, como tantos otros inventos.

No se puede olvidar que el reloj mecánico se inspira en su predecesor, el reloj de sol, que, como es conocido, funciona de idéntica manera en ambos hemisferios. Lamentablemente -para los nuevos genios- la tierra gira siempre hacia la derecha; y, para su ilustrado conocimiento, así lo hace también en su propio hemisferio!

Mientras tanto, las autoridades han insistido en que "no hay que complicarse" (!), que "simplemente tenemos que tomar conciencia que no estamos en el hemisferio norte"... ¡Tan fácil como se escucha! Me pregunto: ¿cuál es el beneficio real de tan antitécnica como controversial iniciativa. ¿Se trata de ignorancia, estupidez, o simple gana de fastidiar? O tal vez sea, una vez más, una nueva manifestación de ese acomplejado prurito de ver hasta en el progreso un símbolo de opresión y colonialismo. ¿Cuál será el siguiente paso? ¿Inventar una brújula cuyas agujas declinen hacia la Cruz del Sur, o quizá algún otro aun más revolucionario invento?

Quito

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