10 marzo 2017

Mujeres a los pedales *

* Tomado de la revista AeroTime, con mi traducción y edición

Imagínese a un hombre y a una mujer trabajando en un avión. En qué piensa? En una azafata y en un capitán, ¿verdad? Quién puede culparle. Sólo existe una en veinte posibilidades de encontrar un vuelo con una mujer como uno de los pilotos. Pero, ¿por qué es que hay tan pocas mujeres piloteando aviones? Tan lejos como en 1986, un portavoz de la Asociación de Pilotos (ALPA) declaraba que la razón para que hubieran sólo dos mujeres al mando de los Boeing 747, era porque "las mujeres piloto eran un fenómeno relativamente reciente y a que todo en la industria aeronáutica se hacía en base a jerarquía y antigüedad (seniority)".

Los tiempos cambian y con ello la percepción de igualdad. Se supondría que ambos géneros deberían tener cuotas similares en las posiciones de piloto. Los números, por lástima, no reflejan dicha equidad. Hay líneas con un contingente femenino alto, pero ello sucede sólo en compañías regionales o en operadoras con menos de cien pilotos. En las grandes aerolíneas el porcentaje es desalentador: un pobre 4%. ¿Por qué tan bajo?

Ser piloto en los 60s o 70s era casi como convertirse en astronauta. El hecho de que volar en esos tiempos era un lujo y de que el número de personas que lo intentaba era muy pequeño, probablemente reforzaba el prestigio de ser aviador. Mirando los pósters de aviación de esos años, se aprecia que existía una visible división de roles entre hombres y mujeres en la industria. Las chicas se presentaban como sonrientes auxiliares de vuelo, llevando una bandeja. Los hombres, mientras tanto, aparecían con su solemne expresión junto a leyendas inspiradas en la milicia para que su trabajo se viera como más atractivo.

Tal separación pudo haber inspirado ciertos recelos entre las mujeres que soñaban con pilotear un avión. El más común era que ese era un club exclusivo para hombres. "Los medios refuerzan dichos estereotipos exhibiendo a los pilotos como varones ejerciendo un oficio masculino (fuerza física y psicológica, horas de trabajo largas y no regulares, elevado estatus y trabajo prestigioso, altos salarios, etc.)", comentó un representante del Instituto de Equidad de Género.

Asimismo, una piloto retirada mencionó que las cosas han cambiado desde que ella ingresó a Northwest Airlines como la cuarta mujer piloto en 1981. "Ya había unas 60 mujeres piloto en otras aerolíneas en 1980; pero empresas como Northwest y Delta no contrataban mujeres, tal vez porque estaban conformadas por rígidos pilotos ex militares que no creían que las mujeres pudieran desempeñarse. Los hombres no querían (y aún no quieren) que las mujeres volemos. Se creía que había que ser macho para poder ejercer la actividad. Y el hecho de que las mujeres pudieran hacerlo les hacía sentirse menos importantes y lastimaba sus egos".

No es difícil imaginar las dudas que se presentaban en las damas que optaban por la carrera de la aviación, dejando la familia por largos períodos, volando a lugares distantes, sin ver a sus hijos crecer y estando ausentes de los hechos importantes. "Combinar la familia con la carrera fue un desafío, pero se lo podía hacer", sostuvo otra de las entrevistadas. "Era más duro en los viejos tiempos, los chequeos eran más difíciles, los capitanes nos retaban cuando entrábamos en la cabina de mando, con advertencias o con abusos verbales".

Aunque el derecho femenino a volar es hoy algo reconocido, muchas mujeres han tenido que luchar por ello. Fue el caso de una australiana que tuvo que pelear su caso de discriminación de género con Ansett en 1980. Luego de haber descubierto su pasión por el oficio y de volar muchas horas como instructora de vuelo, ella trató de aplicar por una posición en esa aerolínea y no se conformó ni renunció a su aspiración cuando empezó a recibir continuas negativas. Le dijeron que "no era suficientemente fuerte, que entraría en pánico con facilidad, que se llenaría de hijos y que luego no se volvería ni a presentar"...

El camino fue más dificultoso para las mujeres piloto en el pasado. Hoy, una profesional de Ryanair se siente mejor aceptada y, por lo mismo, mucho más cómoda. "Sólo recibo voces de aliento, tanto de capitanes como de pasajeros, que a menudo hacen buenos comentarios luego del aterrizaje. Cuando escucho volar un avión, siento orgullo y sé que puedo ejercer ese trabajo; por eso les digo a las que sueñan que no se desilusionen. Mientras más mujeres pilotos existamos, más mujeres se darán cuenta de que pueden hacerlo". Sólo el tiempo dirá si la abundancia de ejemplos es capaz de crear un efecto de avalancha que dé como resultado más diversidad de género en las cabinas de mando.

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