20 mayo 2013

Ensayo de la tipología

¿Qué quieren decir los señores propietarios de buses, con aquella leyenda que ahora encontramos en todo modelo de bus que anda por las calles y caminos? Me refiero a aquello de “bus tipo” tal y “bus tipo” cual, que hoy en día se observa por doquier. ¿Quién inventó aquello y cómo es que se inició la sui géneris costumbre? Intuyo que existen en potencia tantos tipos de “tipo” cuantas organizaciones de transporte o cooperativas existiesen; esto porque, por la forma que al título lo encontramos escrito, sugiere más bien la propiedad y no un modelo específico.

Lo cierto es que parecería que la cursi leyenda es indispensable en cualquier unidad que se respete… Advierto que en un no muy lejano pasado lo que con cierta frecuencia se encontraba era aquello de bus tipo pullman o panorámico, o quizá bus modular o articulado; probablemente bus tipo turismo, o ejecutivo, o bus cama. Pero nunca se me ocurrió que alguien pueda decir bus tipo Ambato, o bus tipo San Carlos, o bus tipo Llanerito (?). ¿Será que la intención inicial fue la de usar el término con el significado de modelo, en el sentido de ejemplar, y que la costumbre fue deformando el sentido inicial? ¿Qué mismo quisieron decir?

Cuando éramos niños sólo había cuatro tipos de bus en la ciudad: el “colectivo”, que era un bus pequeño y que costaba un sucre; en él solo se podía ir sentado y disponía de un “pasajero”, que era un individuo que iba en el estribo y que era el encargado de cobrar los pasajes; asunto innecesario pues estos colectivos solo disponían de una puerta para subir y para apearse. En segundo lugar estaban los “micros” o microbuses: eran los más modernos porque habían sido construidos con estructura metálica; fueron los primeros en disponer de un mecanismo para abrir y cerrar la puerta desde el asiento del conductor; en ellos las ventanas eran más amplias y, a pesar de ser los más cómodos y mejor equipados, solo costaban sesenta centavos (seis reales). Fueron los primeros en exhibir un color uniforme.

En el nivel inferior de la “zoología busística” se encontraban tanto los buses “especiales” como los “ordinarios”; en los primeros, la gente iba normalmente sentada, aunque un grito frecuente y estentóreo solía recordar a los ocupantes la capacidad de la fila trasera (“en la última entran siete!!!”). En los ordinarios todo valía, era un sálvese quien pueda. Allí había apretones y manoseos; los chóferes encargados aceptaban todo tipo de ocupante o pasajero; no era extraño que también hubiesen aceptado otros tipos de cargamentos y mercancías que solían transformar el ambiente en un entorno de aire enrarecido e inaguantable…

Pero no los llamábamos “bus tipo”, ni se nos hubiese ocurrido llamarlos de esa insólita e inapropiada manera para identificar al propietario. Porque eso es lo que entiendo que la palabra “tipo” se ha acordado que quiere decir. Algo así como “de propiedad de la empresa tal”, de fulano, mengano, zutano o perencejo. Sí, eso creo que quieren decir cuando publicitan “Bus tipo Vencedores”, por ejemplo. Es decir: “bus de propiedad de la cooperativa Vencedores”. Eso creo…

Aparte del sinnúmero de acepciones que tiene el término en el castellano, “tipo” es una palabra usada como sustantivo y como adjetivo en “ecuatoriano”. Así, un tipo es una persona o individuo (usualmente con sentido despectivo). Y, aunque tipo admite género femenino, cuando se lo utiliza como sustantivo implica una connotación aún más despectiva. Es más, si se emplea la voz como adjetivo, y se le antepone el artículo indefinido “una”, adquiere de golpe una connotación poseedora de un sentido incluso más despreciativo. A más de insinuativo…

“Un tipo se sentó al lado de una tipa, que no era de buen tipo, en el bus tipo Reina del Cisne. El bus era del tipo de los que llevan pasajeros y era de propiedad del mismo tipo que lo manejaba; era de esos de color azul (el bus) y de aquellos que, a pesar de una vieja ordenanza que prohíbe el uso de diesel y la instalación de tubos de escape inferior, siguen contaminando el ambiente con ese aire tétrico, negruzco y nauseabundo, a vista y paciencia de las autoridades. Qué tipos!”

Quito, mayo 20 de 2013
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