23 septiembre 2013

De pongos y de gargantas

La noche que me sucedió el milagro (ya habrá tiempo para comentarlo) me puse a conversar con Vicente Burneo de lo humano y de lo divino. Fue oportunidad para reafirmarme en uno de mis viejos convencimientos: el de que él es, con amplia probabilidad, uno de los seres más lúcidos y una de las personas más sabias que he tenido la fortuna de tratar en mi vida. Dialogar con él se convierte en una razón para la esperanza, en una fuente para hacerse de nuevos y muy interesantes conocimientos, y –ante todo– en alimento para la propia paz interior.

Con él descubro cómo muchas veces nos anclamos en el pasado, sin reflexionar que las circunstancias, que envuelven a ciertas situaciones y episodios, cambian la forma misma como tenemos que enfrentar ese pasado en el presente, en cómo lo que antes pudo haber sido una posibilidad o alternativa, cesa de ser práctico, e incluso viable, por fuerza de esas nuevas circunstancias. Volvimos esa noche a hablar de un tema que alguna vez nos identificó y que él cree, en su clarividencia y cordura, que pudo haber constituido, alguna vez, una fórmula para afrontar nuestro -ahora supuestamente superado- problema limítrofe: platicamos acerca del pongo de Manseriche y de la posibilidad de construir una represa que pudo haber beneficiado a ambos países.

Dicho pongo no es sino una garganta o encañonado que tiene el Marañón cuando trata de superar la cordillera oriental y vierte sus aguas en la gran cuenca amazónica (la palabra pongo deriva del quichua “punku” que quiere decir puerta). Este pongo no es sino un paso estrecho y profundo, una garganta, que tiene el río cuando suspende su recorrido sur-norte (el río nace cerca de Lima), y justo luego de que recibe como tributario al Santiago, en su margen izquierda, para continuar hacia el oriente donde recibe otros afluentes. El de Manseriche, no es el único pongo que tiene el Marañón, pero sí el más extenso e importante y uno que nuestra diplomacia quiso alguna vez utilizar como instrumento de negociación para llegar a un satisfactorio compromiso.

La parte más suroriental de nuestro territorio tiene por límite al río Chinchipe que fluye de occidente a oriente; este deja de ser línea de frontera en la quebrada de San Francisco, cuando continúa hacia el sur para desembocar en el Marañón. Pero existe otro importante río en la región Oriental, mucho más al norte y hacia el occidente de Cuenca; se trata del Santiago, que recibe las aguas del Zamora y del Namangoza, y se dirige hacia el oriente hasta recibir las aguas del Yaupi, en cuya confluencia cambia de rumbo y sigue hacia el sur, cuando en territorio del Perú. El Santiago es el más importante afluente del Marañón en esa parte de su recorrido, pero ya muy lejos de nuestra jurisdicción territorial. No obstante, ya firmado el acuerdo de paz con el Perú, el propósito de darle una utilidad al pongo que favoreciera a los dos países, parece haber quedado en el marco de las buenas intenciones.

Los pongos no son adecuados para la transportación, sus corrientes inquietas y encontradas, sus innumerables torbellinos no facilitan el flujo necesario para la navegación fluvial. Nótese como la voz “gárgara” tiene una raíz onomatopéyica basada en la de garganta (el término equivalente “gorge”, utilizado en inglés, tiene similar implicación). Lo que debe subrayarse es que los frecuentes remolinos -a manera de gárgaras- que provoca el río, no hacen factible que se lo pueda utilizar para propiciar una forma permanente y cómoda de transporte alternativo. La más importante posibilidad, sin embargo, sigue en pié: la de que se lo pueda utilizar como represa, con toda su imponderable capacidad, para el eventual aprovechamiento de sus recursos hidroeléctricos.

El tratado de paz entre Ecuador y Perú dejó abiertas las puertas para ambiciosos planes de mutua colaboración. Cierto es que dichas expresiones muchas veces solo constituyen líricas como vacuas declaraciones que suelen realizarse al socaire de un momento de armonía y conciliación. Pero la vecindad no es tan solo una condición, es una herramienta que debe aprovecharse para práctico beneficio de las naciones y para propender al bienestar de los habitantes de una determinada región.

Quito


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