06 diciembre 2013

Aunque se diga rápido

Vuelvo a subirme en un avión de la Royal Jordanian casi veinte años después (no digo "montarme", porque me parece, a más de pretencioso e hiperbólico, un tanto inexacto). Hubo un tiempo en que se llamó Alia y tuvo una trayectoria similar a la de nuestra difunta Ecuatoriana. Alia tuvo también unos inicios humildes, aunque hoy se encuentra cumpliendo su jubileo: cincuenta años de vida (algo similar a los que cumpliría mi vieja y querida empresa), lo cual se dice rápido. Lo anecdótico es que uno de sus aviones, un Lockheed 1011 Tristar, fue arrendado temporalmente, hace ya casi un cuarto de siglo, a la aerolínea nacional, y operó en forma ocasional hacia los destinos de Norteamérica.



Así es como debo haber abordado aquel avión jordano por primera vez, en condición de pasajero o de tripulante supernumerario. Era un arriendo de esos que en aviación se llaman "wet lease"; es decir, incluía a las tripulaciones que tenían que operarlo. Aquellos pilotos eran gente inquieta, alegre y cordial, parecían disfrutar de Quito y de su entorno, y de la hospitalidad que solíamos brindarles… Daban la impresión, con su talante, de que habían llegado al paraíso terrenal. Conjeturo, no sin cierta suspicacia, que se habían enamorado, con cierta facilidad, de las inquietas féminas que los mimaban y los tenían ajetreados...



Pero ese avión, al igual que los demás, los de esa febril novelería de aquellos años, realizó algunos vuelos con menos pasajeros que tripulantes... Fresca está en mi memoria la incomprensible condición de aquellos vuelos, en rutas que no habían sido debidamente analizadas. Era la absurda interpretación de quienes, sin un sentido claro de los aspectos que determinan la demanda en el negocio de la aviación, estaban persuadidos que para mejorar la ocupación solo hacía falta incrementar las rutas y la oferta de asientos, como si con algo tan simplista se pudiese incentivar la demanda.



Por eso, pasó lo que pasó... Y la nueva administración, la que reemplazó a la anterior, lejos de corregir los errores con un concepto comercial y aeronáutico, se propuso una cacería de brujas, en una cruzada improductiva y predatoria, buscando culpables. La lideraba un individuo especializado en llevar a otras instituciones a la bancarrota. Fueron, esos también, tiempos de maniqueísmo político, donde lo que importaba era exhumar el pasado y no mirar hacia el futuro y buscar la regeneración de la empresa.


Ecuatoriana murió porque se dejó guiar por la inercia. Nunca tuvo una hoja de ruta. Cuando un gobernante quiso consultar mi opinión, el único mensaje que podía darle fue aquél de empezar por un plan de recuperación, establecer unas metas y redefinir a la empresa. Nada de eso se ejecutó. Las rutas obedecían a un sistema caduco de conexiones de tráfico improductivas. Existía una flota costosa y obsoleta, campeaban las prebendas para ciertos sindicatos parasitarios, había contratos oscuros y suicidas con empresas extranjeras...


Mientras tanto nosotros, sus empleados, caímos en el juego de los monederos falsos. "Venga a volar con nosotros, venga al mundo de Ecuatoriana", decía la fatua promoción. Mucho tardamos en advertir que el mundo no estaba dentro, había estado fuera de Ecuatoriana... Desde entonces el país se ha quedado sin línea aérea de bandera. Saeta fue sólo un proyecto comercial, manejado por un conciliábulo de vivarachos. Aerogal: ni chicha, ni limonada. Y LAN es una iniciativa chilena, sin ninguna participación nacional. Nada tiene de ecuatoriana!



Mientras tanto, otras pequeñas aerolíneas han seguido creciendo en el mundo, se han modernizado, son parte de las principales alianzas estratégicas que cruzan los cielos internacionales. Operan flotas jóvenes, ponen un gran esfuerzo en fortalecer su imagen corporativa, han incorporado sistemas de reservas modernos y productivos, operan sus itinerarios con sorprendente puntualidad, nada se puede reprochar a su bien logrado y mejor entendido "servicio". Sus tripulantes no tienen que disculparse ante sus irritados pasajeros por la demora "del vuelo de hoy, que tenía que haber salido ayer"...



Llueve y hace frío en Amman, la capital jordana. Me topo con un aeropuerto de verdad, con un terminal impresionante... Medito en nuestra aviación nacional, en que cincuenta años es un mundo de tiempo. En el caso de la aviación nacional, podemos hablar de tristes cincuenta años de un tiempo desperdiciado. Sí, es un mundo de tiempo, aunque se diga rápido!



Amman, Jordania
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1 comentario:

  1. ¡ Tienes más razón que un santo amigo Alberto !
    Solíamos decir en mi país "zapatero a tus zapatos" para ilustrar tanta mediocridad en nuestros dirigentes,
    aunque ese dicho haya caido en el ostracismo gracias al dirigente del mismo nombre...
    Un placer leerte, aqui tienes un seguidor incondicional.
    Un abrazo y feliz navidad.

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