03 abril 2014

Aquella conclusión "innovadora"

Inoportuna e incoherente, pero sobre todo irresponsable! Con el paso de los días, esa es la impresión que nos deja la declaración que hicieran las autoridades malasias con respecto al destino del avión desaparecido y la suerte que pudieron haber corrido sus ocupantes. Si la singladura y ubicación del avión siguen envueltos todavía en la niebla del misterio, igual criterio podemos tener de una declaración apresurada que nunca se respaldó en una auténtica y confiable evidencia.

Aunque la tecnología matemática utilizada por Inmarsat -la compañía inglesa que ha estudiado la "probable" trayectoria y "posible" ubicación de la aeronave-, también ha sido considerada como inédita o innovadora ("groundbreaking", en el auto elogio de la propia compañía), la verdad es que dicha tecnología y los métodos de los que se ha servido no constituyen todavía un hito reconocido y comprobado.

Si ese “novedoso” método de ubicar la posición de una aeronave -por la naturaleza de las señales que uno de sus sistemas emite- sería ya una tecnología reconocida, ¿por qué, entonces, no se ha dado a esa misma tecnología nuevas, más valiosas y más prácticas aplicaciones? ¿En qué concepto científicamente comprobado se respalda la “incontrovertible” evidencia que hoy reclaman las autoridades malasias? ¿Si este no es todavía un método reconocido y fehacientemente comprobado, no son aventuradas las conclusiones que se han obtenido con su experimental aplicación?

Realmente lo único inédito e innovador es que se hayan utilizado probables señales emitidas eventualmente desde el avión desaparecido, para "interpretar" en forma bastante arbitraria esos minúsculos y brevísimos contactos -los llaman "pins" (alfileres) o "handshakes" (saludos)-, para determinar una información para la que no estaban diseñados tales equipos. Sería como tratar de determinar la altura de un objeto por medio de un instrumento que estaba destinado a medir su velocidad.

Si hay un factor inseparable de toda desgracia aérea es el de la especulación. Del mismo modo, si algo parecería estar siempre presente en la temporal o definitiva desaparición de aviones, es justamente la existencia de testimonios aparentes o inexactos que lamentablemente sirven de meollo para los procesos de búsqueda e investigación. Absurdo y cruel como esto parece, es una lamentable situación que parece estar relacionada con el torpe afán de protagonismo, con el ánimo catártico que tienen la esperanza y la especulación, tan comunes e inherentes no sólo a los procesos de investigación, sino a esa ingenua dimensión que es parte consustancial de la naturaleza y la condición humanas.

Lo grave aquí, y lo verdaderamente irresponsable, es convertir una conjetura, o algo que no está debidamente respaldado por una firme evidencia, en núcleo para una conclusión posterior. Esto en lógica se denomina sofisma y se aparta de los métodos de la metodología científica donde se va de lo general a lo particular, con el objeto de arribar a deducciones donde reinen la sindéresis y el silogismo. Actuar de otro modo, no sólo carecería de rigor, contribuiría a subestimar los mejores indicios y a distorsionar las únicas evidencias válidas, útiles para los procesos investigativos.

Se trata en el fondo de un asunto de integridad. Aquí, lo realmente importante es la consideración que merecen la angustia, la desesperación y el dolor de los allegados de los desaparecidos. El sufrimiento y desengaño ajenos no pueden depender de fórmulas experimentales, de cálculos matemáticos o trigonométricos que jamás se habían utilizado en forma anterior, ni habían sido comprobados posteriormente para validar su metodología. Es una lástima que se hayan desperdiciado más de tres semanas, solo porque se había otorgado crédito y validez a un método que no estaba todavía científica y universalmente respaldado.

Quito

Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario