14 abril 2014

De mi terco corazón

Ha pasado exactamente un mes. El calendario no perdona y nos sigue recordando que la vida no es sino una cadena no interrumpida de imprevistos. Sin embargo, hasta aquí, no lo habría querido comentar, y no precisamente por ese factor que los psicólogos asocian con el escape o la negación de la realidad... Todo sucedió demasiado pronto y en forma que tampoco nada tenía de esperada. Bien visto, el episodio duró menos que lo que toma un implante bucal. Y la recuperación, sorpresivamente, fue más rápida y satisfactoria de lo que nadie se pudiera imaginar.

Nada hay más engañoso que la realidad cuando esta se disimula en los tejidos de la apariencia. Así, cuando a comienzos del año, y estando de vacaciones en Sydney, recibí una nota de la autoridad europea en la que se me pedía retomar un sencillo electrocardiograma, tomé aquella recomendación sin sorpresa, no sólo porque su mensaje estaba exento de carácter perentorio, sino también porque aquello de una arritmia ocasional era ya parte de lo que mis cardiólogos llamarían “mi perfil coronario”: la consecuencia de un poco sintomático "soplo" de nacimiento, cuyo trazo, en el artilugio de medición, se exhibe como si se tratase de mi huella digital.

Por ello que, en mi respuesta a la autoridad, comenté de mi carencia de sorpresa, mencioné la preexistencia de esa ya conocida condición coronaria y solicité un breve plazo a objeto de regresar a mi base de residencia, preparar los documentos médicos necesarios y enviarlos a la entidad médica para que, una vez satisfecha su evaluación, esta decidiera si hacía falta que me sometiese a un chequeo adicional.

Ya de vuelta en Quito, eso fue exactamente lo que realicé: una breve visita a un buen amigo, prestigioso especialista, para que me ayudase a preparar el respaldo que me había comprometido a enviar a la autoridad médica, la misma que certifica el sustento que respalda mi licencia profesional europea. Todo parecía envuelto en el tedioso celofán de la rutina aquella mañana. Nada hacía presagiar que algo diferente estaría por ocurrir. Como se anticipaba, se seguía presentando en forma persistente ese mismo trazo que me había sido detectado hace ya más de cuarenta años; era otra vez, aquella "huella digital" la que, luego de dos nuevos electrocardiogramas, parecía confirmar que no había nada distinto. Todo parecía idéntico esta nueva vez.

Mas, la fortuna siempre parece ir de la mano de lo imprevisto. O será que los facultativos, con el pretexto de nuestra propia tranquilidad, a menudo sugieren “un chequeo adicional”, uno que a ellos se les antoja innecesario; pero, a cuento de que este ha de contribuir a garantizar nuestro sosiego, nos piden que lo hagamos de todos modos (a nuestra discreción y a costo de nuestro propio peculio) para así confirmar su diagnóstico y eliminar el riesgo de cualquier sorpresiva eventualidad…

Así fue como, gracias a un par de pruebas adicionales, realizadas más bien para "satisfacer mi tranquilidad" se pasó a sospechar de la existencia de una obstrucción coronaria, en otras palabras: algo sugería que pudiera existir un leve bloqueo en una de las arterias de este, mi terco corazón... Una tomografía definitoria fue entonces recomendada, a menos que yo mismo estuviese dispuesto a zanjar la incertidumbre de una buena vez: se me ofrecía la alternativa de someterme a un cateterismo para explorar en forma directa la probable existencia de una obstrucción arterial.

Y eso, y nada más, es una angioplastia, un procedimiento por medio del cual se introduce un catéter a través de una arteria con el objeto de que llegue hasta el corazón. De confirmarse la existencia de un bloqueo, se implanta un diminuto adminículo en forma de resorte -lo llaman "stent"-, el mismo que se lo ubica en la zona donde se ha descubierto la obstrucción. Lo sorprendente es lo breve y simple del procedimiento. Resulta menos complejo que una extracción dental. En cuanto al proceso de recuperación: el alta médica se produce de inmediato y, a excepción de un breve periodo de reposo, el paciente recupera ipso-facto su normal actividad.

Quito

Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario