22 junio 2014

Autogoles y lamentos

Todo sucedió en menos de un segundo, y no era la primera vez que me pasaba... Realmente fue como un autogol horrible (¿qué autogol no lo es?), uno que pudo haberme costado el partido. Pero, como digo, sucedió en menos de un segundo y me salvaron solamente los imponderables, como dicen los locutores deportivos. Era ya tarde, había sido un día cansado, teníamos a cuestas un viaje por tierra de seis horas, luego hubo la espera en el estadio para el partido con Honduras, amén de la intensidad e incertidumbre del mismo...

Era ya un poco tarde. Habíamos ido a comer algo al salir del estadio, luego del juego, y yo venía manejando. De pronto, cuando ya solo faltaban unos seis kilómetros para llegar a nuestro destino, empecé a sentir las primeras señales de sueño, que solo interpreté como un leve cansancio. De pronto escuché unos gritos perentorios de los que venían atrás, pues mi acompañante en la parte delantera del vehículo también había transigido al deseo de dormitar y no venía atendiendo mi conducción del auto.

Cuando caí en cuenta, la pequeña "van" se había apartado ya un metro del carril exterior y se encontraba invadiendo el respaldo de la avenida. La alarma y el susto sirvieron de efectivo estimulante y todo lo demás del trayecto se produjo sin posterior inconveniente. Una extraña sensación me invadió, sin embargo. Es que, no es la primera vez que esto me sucedía. Ya en otra ocasión, subiendo desde Santo Domingo de los Colorados (hoy, "de los Tsáchilas"), me quedé dormido por un solo segundo mientras subía con mi familia la sinuosa cuesta de Tatatambo.

Cuando yo mismo me desperté, luego de ese segundo fatídico, había ya invadido la vía por donde raudo bajaba un bus de transporte interprovincial que supo activar su estentórea corneta y hacerme un oportuno cambio de luces... Todos dormían en el vehículo familiar; mis hijos y mi mujer. Era tarde asimismo, nos habíamos quedado a merendar en la hacienda de un buen amigo, habíamos comido un tanto pesado y habíamos cometido el error de salir un poco tarde... Paré entonces a descansar por unos breves minutos y sintiéndome ya un poco más fresco, decidimos continuar con el casi trágico viaje.

Esos son los autogoles que uno mismo se hace en la vida. Ellos, como sucede con los de carácter deportivo, no siempre nos pasan factura. No siempre producen consecuencias que puedan terminar en tragedias lamentables. Estos autogoles en la vida, no obstante, a veces suelen dejarnos una secuela ominosa y siniestra. Y lo más grave, hay ocasiones que pueden llegar a determinar el fin del partido… Y entonces, no va más! El árbitro de la Providencia nos dice de golpe que ya no se puede seguir jugando, aunque hasta entonces nos hubiese parecido que íbamos triunfando en ese ilusorio y tan contradictorio partido. Sin ni siquiera un pitazo… No va más!

En cuanto al partido con Honduras... el fútbol nos va enseñando que ya no hay equipos grandes ni equipos chicos. España y Suiza han sido goleadas. Un equipo discreto, como se suponía que sería el de México, detuvo el vendaval de los cinco veces campeones mundiales, que hoy cuentan con la ventaja del localismo. Costa Rica ha dado inesperada cuenta de dos ex-campeones mundiales: Italia y Uruguay... Honduras jugó un buen partido, nos complicó, aprovechó nuestras fallas, se adelantó con un primer gol y quiso estropearnos la fiesta hasta el final del partido.

Ecuador sigue sin convencer. No tiene funcionamiento en el medio campo y no ha advertido todavía las ventajas de mantener la posesión del balón. Hubo muchas imprecisiones por parte de los jugadores más importantes y el funcionamiento general del equipo denuncia algo insoslayable: nos hace falta, a más de un conductor, la presencia de un entrenador que se caracterice por una mentalidad triunfadora. Nuestras barras también deben revisarse. Ese "Sí se puede" es un alarido acomplejado, no un impulso que anime, que sea ganador. El otro, aquel del "Vamos ecuatorianos, que esta noche...", no es tampoco un grito estimulante, es un yaraví melancólico y llorón! Quizá, en otros cuatro años, podamos hacerlo mejor!

Curitiba

Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario