01 junio 2014

Glosas y apostillas

“Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen”.

Así comienza el célebre discurso de Gabriel García Márquez en aquella velada en que, vestido con un típico traje del Caribe colombiano, haría su aceptación ante la Academia sueca del premio Nobel de literatura. Quienes hemos tenido acceso a la maravillosa relación escrita por Antonio de Pigafetta, referente a la primera circunnavegación del globo -capitaneada por Fernando de Magallanes-, sabemos que el florentino fue uno de los únicos dieciocho marineros que regresaron a Sevilla, casi tres años después, luego de que aquella expedición había partido desde Sanlúcar de Barrameda, con cinco navíos y doscientos setenta hombres.

Para el lector minucioso o para quien, como yo, es amigo de comprobar lo que le dicen y, sobre todo, de cotejar lo que otros declaran cuando los lee, resulta un ejercicio de forzosa auditoría eso de cotejar lo que otros manifiestan que habrían leído con lo que ciertos textos y otros documentos -de difícil acceso- realmente contienen. En este sentido, creo que puedo ostentar -sin caer en la pedante vanagloria- que me identifico como uno de los pocos lectores que conozco que disponen de una copia del famoso como apasionante documento.

Y aunque lo expresado por el escritor colombiano, en cuanto a las descripciones fabulosas que realizara el joven navegante italiano, parece más bien en línea con sus cuentos y novelas míticas y alucinantes, cada una de las expresiones de aquel quimérico párrafo puede ser comprobada  y corroborada con la relectura de los primeros capítulos del testimonio narrativo de aquel insuperable periplo. Creo que no pocos escapan a la tentación de encontrar en la poesía de García Márquez esa tendencia a desbordar con su lenguaje la realidad descriptiva, incurriendo en la propensión de dejarse llevar por la portentosa corriente de su imaginación.

Pero, como queda señalado, la descripción de cada uno de esos nunca antes vistos animales se produjo realmente en la crónica de Pigafetta. Es más, ella no fue objeto ni resultado de la ilusión, el frenesí o el desvarío. Los especímenes que fueron relatados por el ávido y curioso marinero corresponden a ejemplares que realmente existen. De modo que lo expresado por el escritor latinoamericano no hace sino evidenciar y enardecer el sentido maravilloso de lo nuestro.

Bastaría con revisar pocos capítulos y las notas de traducción de la narrativa en referencia, para verificar que los fabulosos animales descritos por el florentino realmente existen. Se trata, a su turno, de un saíno conocido como pecarí; de aves de insólitas costumbres de incubación; de otra conocida como “espátula rosada”; y del guanaco, una forma de llama, que en la versión francesa de la obra se dice que se caracteriza por un equino relincho (o con cola de caballo en el original).

Tengo la íntima satisfacción de poseer la formidable relación del viaje. Es un texto que lo había venido buscando por mucho tiempo; siempre comenté que la descripción de la primera travesía de circunvalación era uno de los documentos náuticos más formidables que jamás se hayan escrito. Un buen día me pusieron una nota desde una librería de Manhattan, me tenían reservado un ejemplar; solo tenía que pasarlo a retirar. Este es un tesoro por el que solo pagué algo menos de diez dólares! Está a mi cuidado desde el dos de abril de 1995…

Quito

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