07 junio 2014

De cucos y restauraciones

Permítaseme primero comentar algo anecdótico. Estoy casado, como muchos de mis lectores saben, con una hija de quien fuera un destacado dirigente del Partido Conservador. No sólo eso, mi suegro fue por repetidas ocasiones director general de ese partido. A algunos podrá no haberles gustado su estilo, pero si de algo puedo dar fe es que -mucho más allá de esas habilidades para los acuerdos que siempre demostró- lo conocí como a un individuo generoso y leal y, sobre todo, como a un ser humano con un alto sentido de lo que deben ser el honor, la dignidad y la decencia.

Y aquí viene justamente lo anecdótico. Hoy, que se ha empezado a hablar de una supuesta y -según ciertos charlatanes de feria- nada deseable "restauración conservadora", me ha preguntado mi propia mujer, la otra madrugada, que en qué mismo consistía esa tan reiterada rehabilitación de algo que se suponía desaparecido. Por un momento me he dejado llevar por la suspicacia y he querido intuir que, perteneciente como ella es a una familia de profunda raigambre política, habría pensado que eso de oponerse a la mentada restauración llevaba implícito el ánimo de volver a juzgar algo que ya mereció el dictamen o la sanción del tiempo…

Pero asimismo sucede en la política cuando se quiere, con oscura intención, confundir con el lenguaje. Lo perverso sucede cuando ese lenguaje, que debería servir para que los hombres puedan expresar y comunicar en mejor forma sus pensamientos, sirve para exactamente lo contrario: para ocultar con circunloquios y para esconder con frases de impacto lo que verdaderamente pensamos y sentimos. ¡Cómo sorprendernos que esto sea así, si quien más habla de esta supuesta forma de rehabilitación doctrinaria, habría expresado que en filosofía siempre ha de decirse la verdad, pero que sería algo así como una ingenuidad en tratándose de política!... Es claro que un elemental silogismo pudiera desbaratar tan disparatado aserto.

Vayamos por partes. ¿Qué significa eso de restaurar? Me temo que nada de malo hay en ello. Restaurar, como lo entiendo, no es sino recuperar, "poner en valor" como dicen ahora, volver a darle un estado parecido al original a algo que se cree valioso, a algo caracterizado por su condición emblemática, a algo bello. Pregunto, por lo mismo: si de eso se trata restaurar, ¿qué de malo hay en ello? Me quedo, aquí, con la segunda acepción de la Academia que, a más de la acción de recuperar o recobrar, incluye la de "renovar" algo para propiciar el estado de estimación que antes tuvo. Renovar: volver a convertir a algo en nuevo... ¿Qué de malo hay en ello?

Sin embargo, como queda expresado, si algo identifica a los prestidigitadores de esquina es esa habilidad para confundir y embaucar con sus trucos y con lo que dicen. Caso contrario, sería muy difícil que nos engañasen con sus cacatúas, culebras, pociones, linimentos y -vaya usted a saber qué- otros adefesios. Ventajosamente la época de cucos y fantasmas ya pasó, la sociedad ha madurado ya bastante –cosa curiosa, justamente debido a tanta estafa y a tanta "restaurada" frustración-, y ya no cree tanto a esos farsantes, ni traga con facilidad sus cacareadas ruedas de molino!

Resulta ridículo que hoy se quiera culpar a una iniciativa política de algo íntimo e intuitivo como lo expresado en febrero por la convicción de la gente. Aquel resultado electoral -si se sabe darle una lectura adecuada e interpretarlo con sensibilidad e inteligencia- fue un rechazo a una forma de hacer política; más que eso: fue una manifestación de renuencia a una forma intolerante y abusiva de gobernar. Quien no ha sabido apreciar ese evidente malestar es que no está listo para rectificar, no va simplemente a enmendar nunca. No merece, por lo mismo, insinuar que interpreta o expresa los sentires, temores y aspiraciones de la gente.

En ese sentido, quien subestima ese rechazo, esa insatisfacción y malestar, y se contenta con menospreciarlo como si fuese una execrable forma de "restauración" -cualquiera que esta sea-, lo único que consigue es insistir en su excluyente tendencia a descalificar a todos los que quieren algo distinto, a todos quienes aspiran a algo nuevo, a algo fresco, a algo diferente...

Quito

Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario