19 septiembre 2012

De antigüedades y canonjías

Parece que hemos llegado muy temprano a la oficina de operaciones esta mañana; es que, hemos aterrizado también muy temprano y no están listos los billetes de viaje que debían prepararnos, para que viajásemos como pasajeros. Somos en total cinco tripulantes: dos comandantes, dos primeros oficiales y un mecánico que ha acompañado al vuelo. En medio de esa larga espera, asoma otra tripulación adicional completa: ella también está integrada por un número similar de profesionales; todos lucen cansados y esperan continuar hasta el destino siguiente: también van a transportarse en condición de pasajeros.

De pronto surge un problema inesperado: solo existen tres asientos disponibles y están próximos a cerrar el vuelo. En medio de la fatiga y las caras largas, todos esperan que se dé prioridad a quienes primero llegaron y que la prelación sea determinada por el rango y la antigüedad en la empresa. Al fin y al cabo, asimismo sucede casi siempre, ese es el protocolo que se observa y esa la tradición; pero quien lidera el grupo, por alguna circunstancia de relación administrativa, toma una inusitada e imprevista decisión: han de ser los tres comandantes presentes los que han de recibir trato preferencial en ese momento… No me favorece ni perjudica la disposición, y solo medito en la aparente sencillez del comentario de quien fue favorecido: “la cuarta barra siempre es un privilegio!”

Siento por un momento que se ha actuado con arbitrariedad; mas, es ya muy tarde para insinuar otro curso de acción o reclamar a favor de los perjudicados, pensando en que, de todos modos, no existía un número suficiente de asientos. Recuerdo entonces la expresión que escuché tantas veces en mis tiempos de copiloto, o de primer oficial, cuando se nos decía que “la antigüedad era un grado” y así se postergaban mis privilegios. Quizá, en esos tiempos, nos animaba la secreta esperanza de que, llegado un lejano día, disfrutaríamos -una vez ascendidos a comandantes- de esas mismas prerrogativas que entonces se nos escamoteaban. “La antigüedad es un grado”, repetían nuestros superiores; y concluían: “porque autoridad que no abusa, pierde su prestigio!”…

El mío, es un caso curioso, sin embargo. La verdad es que nunca fui un “antiguo”, ni siquiera una vez que llegué a viejo… En TAO, fui primero copiloto y luego un capitán muy joven -tan joven en efecto, que me trataban de “guambra”-. En mi siguiente trabajo de transición, la operación de aviación de Texaco, continué ejerciendo como uno de los comandantes “nuevos”. Luego pasé a Ecuatoriana, en donde, por unos cortos años, fungí nuevamente como primer oficial de vuelo. Ya con casi quince años en la empresa, era todavía el capitán más joven y seguían considerándome como uno de los menores, tanto que cuando a un recién designado mandatario se le ocurrió insinuar que me quería para titular de la aerolínea, no se pensó en que talvez no tendría capacidad para el reto; sino que “no tenía todavía la antigüedad” y que eso podría constituir un demérito!

Más tarde, tanto en Saeta como en Korean Air, en Singapore Airlines como en Great Wall, en China Cargo como en Air Atlanta, fui siempre considerado uno de los recién llegados, uno más de “los nuevos”. O sea que, nunca fui considerado “antiguo”, a pesar de que -a la vez- me fui convirtiendo en viejo! No he tenido, por lo mismo, oportunidad de ejercitar aquello de que “la antigüedad era un grado” y que había que usarla, so pena de perder o disminuir “mis privilegios”.

Bien visto, esta circunstancia ha sido una forma de bendición: nunca he llegado a ser “antiguo” o antigualla (es decir, “de remota duración”)… y solo han tenido que considerarme “un piloto un poco viejo”. Debe ser muy triste ser parte del anticuario, pienso yo; y me conformo con que, aunque no me otorguen un artificioso y supuesto valor, me traten con cierta simpatía y consideración, me cedan ocasionalmente el paso e incluso un lugar para poder tomar asiento…

¡Ay, la cuarta barra y los arbitrios antojadizos, las prebendas y abusos de ocasión, los indultos y franquicias que suelen otorgar aquellos permisivos “huevos revueltos”…!

Jeddah, 19 de septiembre de 2012
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