09 septiembre 2012

El caso del escroto extraviado

Ha tomado casi ciento cincuenta años para que alguien cayera en cuenta y para que, al fin, pusiera el grito en el cielo! Solo así se ha conocido que aquel leoncito de bronce, bravo y arisco, soberbio y altanero, no tenía forma de respaldar sus documentos… Esta es la inaudita historia (la “increíble y triste historia”, llamaría el “Gabo”) del león “que no había tenido huevos”. Nadie sabe si alguna vez se los extirparon unos mozos traviesos, o si -para invadir ya el campo de lo conjetural- alguna vez realmente tuvo escroto; o si, así mismo es que había sido diseñado, ese felino que fungía como custodio en el Congreso de Diputados madrileños…

Lo cierto es que se ha revelado que los potenciales rugidos del feroz animal solo podrían haberse relacionado con su disimulada impotencia y que no tenían que ver con su talante montaraz y fiero. Porque, en apariencia, el metálico ejemplar había sido concebido así de incompleto: sin sus alegóricos “adornos”. Lo que no ha quedado claro es si solo eran las bolsas las que faltaban; o si era también el resto –el otro apéndice- lo que se “echaba de menos”: ese aditamento conocido como lo más emblemático de su corajudo linaje. O sería quizá -se me ocurre a mí hoy- que su autor habría sospechado que la compensación por su trabajo, habría de acontecer en forma tardía e impropia y, peor aún, de modo… también incompleto!

Y todo el embrollo por el faltante descubierto, este de las bolsas testiculares del señor león, se debe, en este caso, a una indiscreción revelada, con nada de insidia y con un mucho de ingenuidad, por un escritor de artículos de diverso interés en las redes sociales. Se trataría de uno de esos individuos que no tienen mucho que hacer y se ponen a realizar todo tipo de disparatadas indagaciones; uno de esos a quienes se conoce por las obras con las que dan testimonio de su ocio y despiste. La sociedad les identifica por ahora con el novedoso remoquete de “blogueros”…

Así es como se ha encontrado que uno de los dos metálicos ejemplares, que estaban ubicados en la cúspide del ya mencionado hemiciclo; y justamente el que más bravura y casta parecía mostrar, era en la práctica sólo un felino eunuco; brutal e indómito solo en apariencia; y que no estaba provisto de unas bolsitas que no son las que sirven para comprar, sino para dar testimonio de valor; para probar facultad de arresto y ferocidad; y para poder sembrar descendencia.

Al caer en cuenta de la insólita carencia, ha comentado el diario El País que “se ha considerado necesario reparar la injusta falta de masculinidad que ha escondido el felino a lo largo de su existencia”. Por ello es que se ha decidido contratar la elaboración del aditamento faltante a quien pudiera encargarse de la fabricación o escultura de esta importante pieza. Todo porque, como sucede en esas historias extravagantes, donde no se encuentra lo que debía estar donde debía estar, al final se recurre a la burda muletilla del “aquí puse, pero no aparece”…

Claro que la reposición vendrá con no pocos cuestionamientos. Esto de “meterle mano a sus asuntos”, en el caso del leoncito perjudicado, habrá de costar nada menos que la suma de tres mil euros! Y todo porque, como indica el medio de información, a alguien se le ha ocurrido la inoportuna iniciativa de “mirar por debajo” algo que la gente normal solo debería mirar sin darle importancia, o sea, “mirar por encima”… Vale comentar que se habría descartado como factible la posibilidad de la sustracción de los aditamentos testiculares del perjudicado felino. “Meticulosas” pesquisas y exploraciones, escrutinios y fisgoneos, habrían demostrado que ahí nunca habían estado “las joyas de la corona”; y que no existe posibilidad de que alguien se las hubiera sustraído en pasado tiempo.

Lo que nadie se explica es cómo alguien ha podido vivir así, por todo un siglo y medio: prescindiendo de sus genitales, de sus entrañables aditamentos… Ni que fuera de palo, he dicho yo! Aunque otros, con más propiedad, y -claro- con mucha más experiencia, han discurrido y declarado… ni que hubiera sido de hierro!

Cosas de la edad de bronce…

Riyadh, 9 de septiembre de 2012


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