24 noviembre 2012

Europa al instante

“Fui a volver” de Europa. Luego de escribir la frasecita caigo en cuenta de dos realidades: la primera, que con esa forma de expresión damos a entender que hemos realizado un viaje corto, y probablemente inesperado; y segundo, que cuando nos encontramos en el llamado Medio Oriente el viaje es tan corto como cuando estamos en Ecuador y damos una vuelta por Miami. De esta reflexión, casi sin quererlo, caigo en otra; la de por qué llamamos “Medio” a un Oriente que no está precisamente en el medio -ni de Asia ni de nada-, por lo que otros quizá prefieran nombrarlo como Cercano Oriente u Oriente Próximo.

Es oportuno también caer en cuenta que cuando nos referimos al Medio Oriente, no solo hablamos de la parte más occidental de Asia -la que está situado hacia el sur del Mar Negro-, sino que en ese concepto geopolítico también se engloba a un país africano como Egipto. Tal parece que toda esa inmensa y mayormente árida zona -que va desde el Mediterráneo hasta la llamada “Medialuna Fértil”- ha sido escenario, a lo largo de la historia, de continuas y sangrientas confrontaciones entre pueblos que, por sus razas similares y por su ubicación estratégica en el mundo, estuvieron llamados a compartir unos mismos objetivos y a apoyarse mutuamente. Es difícil no reconocer el daño que habría causado el extremismo en la práctica de las religiones y la inutilidad de la diplomacia internacional para asegurar que los hombres logren habitar en un país al que puedan llamar propio.

Pero estoy haciendo una digresión innecesaria. Lo que realmente quiero contar es que lo que en el papel (es decir en mi programa de vuelos) solo consistía en un viaje a Alemania, terminó -por esas circunstancias que nunca están exentas de ironía-, en un prolongado recorrido que me llevó por cuatro países diferentes en igual número de días (o de noches… si he de considerar que tuve que utilizar sendas camas en cuatro hoteles distintos). Por eso utilizo un título similar al que solíamos escuchar en los tráilers de las vermuts de domingo, que es cuando se presentaba algún asunto interesante mientras esperábamos la proyección de una determinada película (El mundo al instante).

Lo que debía consistir en un corto viaje para transportar unos caballos muy finos y delicados, hubo de terminar en un recorrido que me llevó de Frankfurt a Gran Bretaña; y del Reino Unido de vuelta al continente -con un corto traslado hacia Bruselas-; y desde allí, de vuelta a Arabia, luego de una breve parada en Milán… Una avería en el sistema de aprovisionamiento de combustible obstaculizó la transportación de los equinos; y la parada en Italia se hizo indispensable para el solícito embarque de una asombrosa colección de autos deportivos, reservados para un mismo propietario, pero todos empujados por muchísimos caballos…

Es sorprendente comprobar como el trámite de viajar dentro de Europa se ha hecho tan sencillo en estos tiempos; casi no existen ya procesos de inmigración ni de aduana. Esto, a pesar de la evidente afluencia masiva de ciudadanos de Europa Oriental y de África que se han incorporado en forma considerable al sistema laboral europeo. No cabe duda que la integración económica y la presencia de una moneda común han venido a proporcionar una nueva realidad racial y cultural que hace solo una generación hubiese resultado inimaginable.

Percibo así -y en un corto viaje- como, por ejemplo, los británicos se han incorporado a un concepto continental que antes les resultaba ajeno; aprecio una nueva actitud social, más distendida y alegre, distinta de la que en el pasado y en forma tradicional nos habíamos acostumbrado a observar en los alemanes. La misma Bruselas, convertida en verdadera capital de la Unión Europea, es ahora una ciudad vibrante y multilingüe, donde el viajero descubre que la urbe se ha transformado en un centro político, diplomático, financiero e industrial; donde moran y conviven gentes de un enorme número de razas, culturas y nacionalidades.

En cuanto al clima en el viaje… Europa ya se está poniendo fría; y es un frío que ya no merece el nombre de fresco! Sin embargo de ello, la meteorología estuvo de nuestra parte y los cielos en los vuelos siempre estuvieron espléndidos. Como alguna vez escuché decir a alguien: “Qué sabios son los que diseñan las aerovías, que las trazan justo fuera de donde se encuentran los cumulonimbos”. O, era al revés?... “Qué sabia es la naturaleza que pone los cúmulos justo fuera de donde han trazado las aerovías!”...

Jeddah, noviembre 24 de 2012
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