16 noviembre 2012

Gangnam Style (강남스타일)

Hay una herramienta en mi blog que me parece formidable (me veo forzado a utilizar esta horrible y mecánica palabra, pero las traducciones que encuentro para “feature”, como son característica o rasgo, no me calzan); se trata de una pequeña ventanita donde se lee: “Navegar Itinerario Náutico”. El artilugio consiste en escribir una determinada palabra y zas! Como por arte de magia o birlibirloque, aparecen todos los artículos en los que la he mencionado.

Debo confesar que, debido a mi ya popular y reconocida desmemoria, soy el más frecuente usuario y cliente de la referida “característica”. Porque, la verdad sea dicha, hay veces que me invade la presunción que ya antes había hecho referencia al mismo episodio o a la misma recurrente idea. Debe ser también por aquello de los “demonios interiores”, pienso yo; o, quién sabe, debido a esas obstinadas obsesiones que nos van marcando los derroteros en la vida…

Por eso es que, esta vez, he tenido que echar mano de ese artificio electrónico para averiguar cuántas veces me he referido ya a Corea, una experiencia de mi pasado que -en todo sentido- siempre la consideraré como la epifanía que me hacía falta en la vida, como una verdadera revelación. Así es como advierto que ya he comentado de aquella gélida mañana de febrero que llegué a la oficina de operaciones de la Korean Air para someterme a mi entrevista de trabajo. Y así, usando el mismo dispositivo, descubro que ya he comentado que la aerolínea sur-coreana nos alojaba a sus pilotos en el insuperable hotel Ritz Carlton, ubicado en un barrio acomodado de Seúl conocido como Kangnam (Kang Nam).

Hace aproximadamente una década, los lingüistas coreanos acordaron una breve alteración en la romanización del Hangul, su formidable método de escritura fonética, y determinaron una modificación para la representación del sonido que equivale a nuestra C, o al de una K suave. Optaron -para mi inconformidad y disgusto- por reemplazar la K con la G, con lo que empezaron a escribir Gimpo, en lugar de Kimpo (el antiguo aeropuerto de Seúl) y, entre muchos otros nombres, Gangnam, en lugar de Kangnam. Me pareció triste, de esta manera, que con una simple iniciativa burocrática se contribuya a clausurar de la memoria el nombre de una generosa barriada con la que había llegado a encariñarme…

Hoy recuerdo a Kangnam todavía con nostalgia; fue mi “hogar lejos del hogar” por una importante etapa de mi vida, cuando aprendí el real valor de palabras como distancia y soledad. Allí, en mis recorridos de sus sinuosas e irregulares calles, descubrí los valores de una sacrificada sociedad que había logrado unos progresos espléndidos e impresionantes; y aprendí a dejarme cautivar, sin remilgos ni intransigencias, por unos maravillosos e hirvientes potajes, como son el “sun dubu quijé”, el “ta kal bi” o el “yiu kie jang”…

Por estos mismos días se ha puesto de moda una forma de baile en el mundo que, debido a la nacionalidad del orondo personaje que la ha popularizado, se ha dado a conocer justamente como “Gangnam Style”. El video que lo publicita ha calado “urbi et orbi” (para la ciudad y para el mundo) en la retina de los espectadores, gracias al vibrante colorido y al ritmo contagioso de la melodía propiciada por su estrambótico protagonista. Lo que parece haber generado la preferencia de la inusitada audiencia, es aquella como cadencia irresistible con la que el adiposo y rollizo intérprete coreano finge la impresión de dar rienda suelta a su imaginaria cabalgata y ejercita una apócrifa acción de rodeo con un lazo simulado.

Parece que a mí también se me ha metido ya el bendito ritmo hasta los tuétanos. A veces voy por la calle, miro mi reflejo en los cristales y descubro que ya me encuentro caminando “Gangnam Style”…

Jeddah, 17 de noviembre de 2012
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1 comentario:

  1. Siempre vamos de listillos y de creciditos cuando se trata de hablar de Asia y esto no desmerece de cualquier horterada pop procedente de Estados Unidos o Europa. Viva el baile del caballo!!!

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