04 enero 2014

A pesar del volcán…

* Publicado en la Revista Summer / EC
   Edición Diciembre 2013 / Enero 2014

A pesar del volcán… que está ahí con su presencia telúrica y mineral, simbiosis paradójica de amenaza y de protección tutelar. A pesar del ruido, un ruido que duele como si fuese una lumbalgia y que se lo siente persistente y siempre atrás. A pesar de que el paisaje se derrama hacia una selva de niebla, vértigo y futilidad. A pesar de todo, el valle sigue ahí, como el cuenco de una mano que se recoge sobre sí misma, como una caricia que intenta conservar y proteger. Así es Lloa, como una virgen que cuida de su primordial tesoro, que sabe que un día no muy lejano un vendaval de lujuria y de codicia ha de ultrajar su inexorable destino.

Y a pesar de esa otra iglesia avecinada a la garganta, no la del pueblo, sino aquella que fue diseñada por el mal gusto o, quién sabe, si más bien por la avaricia. Esa otra, la del santuario, que parece una tienda de campaña o un toldo circular de complejo deportivo. A pesar de ello, el pueblo sigue ahí, incrustado como una perla y soberbio como un joyel. Se han marchado sus hombres y sus mujeres, pero el pueblo no se ha ido y se ha quedado a vivir allí...

Está a sólo diez minutos de Quito; cuya gente, la de la gran ciudad, ni siquiera ha oído de su nombre; y, como no lo ha oído, tampoco conoce el pueblo, y ni siquiera sabe dónde mismo está. Pero Lloa se recuesta en un valle primoroso, que sus pacientes hombres -los que quedaron- fueron tejiéndole un cobertor retaceado de verdes de todos los tonos, de todos los rigores, de todas las intensidades!

Y Lloa sigue ahí. A pesar de su propincuidad con la ciudad, a pesar del desdén y del esnobismo de las gentes, a pesar de esa metáfora occidental que proclama la vacuidad y la desesperanza; a pesar de la ira y la lujuria, de la gula y la codicia, de la pereza y la desidia. Ahí sigue el pueblito, a pesar de ese su humilde nombre carente de estirpe. Ahí sigue, porque se quedaron sus viejos en los bancos de la plaza. Y ahí sigue Lloa… a pesar del volcán!
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