22 enero 2014

Para revolcarse de la risa

No depende de mí. Y es que, cuando escucho hablar a los “especialistas” en doble moral, acerca de la doble moral ajena… la verdad que no puedo contenerme y me “caigo” de la risa (CDR); me revuelco en el piso y me mato de la risa! Claro que esto de “caerse”, matarse o revolcarse, no son sino locuciones, circunloquios, formas de hablar, decires, perífrasis, simples expresiones. Nadie se muere de la risa, ni se tira al piso, ni se pega un revolcón como respuesta a la hilaridad que algo le produce. A lo mucho, quien es incapaz de reprimirse termina por ceder a su incontinencia mingitoria; y es poco probable que esta se transforme también en escatológica...

Por eso que, cuando me “caigo” de la risa (CDR) por las cosas que hacen y dicen unos pocos semejantes (que no me resultan tan semejantes), hago lo que proponen ciertos burócratas vagos en las oficinas públicas; y cedo ante lo mismo que ellos sugieren cuando manifiestan: ¡mejor hablemos de fútbol! Y, al hacerlo, a veces me entretengo revisando los noticieros de lo que pasa en el fútbol. Pero, es justamente en los comentarios que se escriben en las llamadas redes sociales, en referencia a las opiniones de los especialistas, cuando más encuentro el acrónimo LOL -aunque a veces también ROTF- que en inglés son las iniciales para representar eso de "reírse a carcajadas" (lough out loud) o de "revolcarse en el piso" (rolling on the floor).

Esto, porque las opiniones deportivas también tienen que lidiar con el acoso de los “trolls”; la única diferencia es que estos, en contraste con los políticos, no son tan virulentos, ni irascibles. Los hinchas deportivos apoyan a sus equipos favoritos con gran pasión y firmeza, pero ni de lejos utilizan aquel lenguaje incendiario que es el preferido por sus otros congéneres. Es que el odio se escribe con una tinta indeleble y deja un rastro que todo lo contagia y corrompe. Por lástima, como sucede en mi caso, y habida cuenta de mis frivolidades de orden deportivo, es algo con lo que he aprendido a transigir; y ya me he acostumbrado a tan furibundas réplicas.

Pero, como queda dicho, ¡mejor hablemos de fútbol! Y es de fútbol de lo que quiero hablarles. Me temo que de tal asunto voy a tener que empezar a comentar con cierta frecuencia, no solo porque está cerca la iniciación del campeonato mundial de ese fascinante deporte, sino porque me cabe ponderar una afortunada circunstancia: la de que alguien muy querido ha tenido la inesperada y bondadosa iniciativa de designarme como su acompañante oficial para el venidero y cautivante evento...

El fútbol es algo que me apasiona; de hecho, sigo semana a semana el desarrollo de la liga inglesa, quizá porque en sus equipos juega gran parte de los futbolistas más destacados del mundo; aunque para mi gusto juegan en ella demasiados equipos! Además, su campeonato tiene un sistema tan largo que puede procurar un campeón inmerecido, uno que sin haber ganado a los equipos más importantes pudiera haberse desempeñado con mejor eficacia -y más fortuna- contra los más débiles. Por eso propondría una modificación: que se empiece con dieciséis equipos a dos rondas y luego participen solo ocho con un sistema de eliminación a doble vuelta, como se lo hace actualmente en la Liga de Campeones. Este sería un método más interesante, aunque, lamentablemente, perjudicaría a la economía de los equipos más chicos.

Ahora, en cuanto al número de equipos en el mundial... debemos reconocer que también es un tanto excesivo; empero, dado el sistema de clasificación, esto se torna un tanto comprensible. En buenas cuentas, hay dos fases: una primera en la que participan todos los clasificados; y una segunda, en la cual los mejores disputan el título. No puede desconocerse que el excesivo número de participantes en la fase inicial obedece más bien a una consideración un tanto democrática; no obstante, permite "calentar motores" a los mejores contendientes, a la vez que promueve el interés y la audiencia que un evento de esta índole, por su naturaleza, genera.

Pero... En el fútbol, como en la política, no siempre el que gana es el mejor… y esto sin contar con los goles anulados, los penales inexistentes que se sancionan y los árbitros vendidos (estén o no sobornados)… Tampoco el que gana una, dos o tres veces, tiene necesariamente que seguir triunfando hasta las "calendas griegas"… primero, porque estas no existen y además porque si existieran, allá los señores de la FIFA no han de querer ir a jugar su mundial, por la sencilla razón de que Grecia es un país con carencia de dinero... Si no, ¿qué otro "buen motivo" pudieron tener para escoger a Qatar para organizar el mundial siguiente?... En el fútbol, igual que en la política, y como todo mismo en la vida, hay para pegarse un revolcón y "caerse" de la risa (CDR)...

Sydney
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