29 septiembre 2022

¡Stop all that clutter!

Bullicio, desorden, congestión, interferencia, caos, desarreglo, basura; almacenar sin orden, ruido innecesario… “Clutter” (o “to clutter”) es una de esas palabras del inglés que no tienen traducción exacta o que tienen múltiples y muy disímiles significados de acuerdo con el tema que pudiera estarse tratando. El uso más generalizado pudiera ser el de almacenar algo en forma desprolija, sin orden ni concierto; también querría decir congestión caótica, o aquello de amontonar –sobre todo artículos o efectos sin valor– sin el respectivo cuidado o esmero. Durante mi actividad como piloto, “clutter” era una palabra de uso más bien frecuente y quería decir distorsión, estorbo, interferencia…

 

“Clutter” es por ejemplo cuando se apunta con la antena del radar muy hacia abajo y los retornos que se reciben se mezclan con la detección del terreno, entonces reconocemos que existe “ruido” o interferencia. Lo propio sucede con las comunicaciones aeronáuticas por culpa de la estática, o debido a ciertos fenómenos que son ocasionados por la atmósfera o por las condiciones meteorológicas; entonces se producen interferencias que no solo interrumpen, distorsionan e imposibilitan las comunicaciones de radio (particularmente en HF o alta frecuencia) sino que estas crean un ruido insoportable y de los mil demonios. También se dice que hay “clutter” cuando se opera en áreas congestionadas, como en la proximidad de un aeropuerto y el uso desaprensivo e indiscriminado de la radio interfiere con el control de tránsito aéreo, asunto que pudiera afectar directamente a la seguridad aérea.

 

Desde temprano, en el ejercicio de nuestro oficio, los pilotos aprendemos a discriminar lo accesorio de lo esencial, lo importante de lo precindible; y se nos enseña que lo excesivo e innecesario muchas veces no solo que interfiere en una positiva y segura forma de comunicación, sino que toda esa bulla o ruido–basura pudiera convertirse en un serio impedimento para la eficiencia de la operación, o incluso en causa de distracción y de que se produzcan lamentables accidentes. No extraña, por lo mismo, que se utilice, en las fases críticas del vuelo, un estricto protocolo que no permite ningún tipo de conversación o comunicación insustancial que pudiera alterar la concentración y afectar, como consecuencia, a la seguridad aérea.

 

Esto que es parte de lo que llámanos “procedimientos estándares de operación” (o SOPs, por sus siglas en inglés) es una muy buena costumbre, y lo hemos incorporado de manera tan celosa en las tareas relacionadas con nuestra actividad que, casi sin que nos hayamos dado cuenta, ha pasado también a convertirse en un hábito en nuestras actividades cotidianas. Esto nos ha ayudado a ser más ordenados y prolijos, y –sobre todo– a soslayar todo asunto superfluo o innecesario que nos pudiera hacer descuidar lo verdaderamente prioritario e importante.

 

Estoy convencido de que en la actualidad existe un abuso indiscriminado de transferencia de basura cibernética en las redes sociales. No estamos considerando que eso de pasar cualquier tipo de información, porque sí o por el simple prurito de copiar algún asunto, no aporta nada positivo para nuestros contertulios. A más de entorpecer el flujo rápido y eficiente de buena y relevante información, solo estamos creando una innecesaria sensación de fastidio en quienes no desean recibir el sucedáneo de ese correo–basura que en el pasado solía llegarnos, mucho antes de que el internet y los celulares pusieran a nuestra disposición todas estas magnificas herramientas que hoy utilizamos. 


Hace falta un cierto grado de conciencia para establecer una ya necesaria política de consideración y mutuo respeto. Debemos tratar de evitar ese anodino “clutter”, esa congestión indiscriminada de intrascendente información, compartiendo solo lo importante y estrictamente necesario. Si enviamos basura, solo podremos esperar que también se nos envíe basura de regreso. Si congestionamos estos formidables instrumentos que hoy nos sirven para comunicarnos y vivir mejor, lo único que estamos consiguiendo es que se “contaminen nuestros propios retornos” y terminemos confundiendo –y confundiéndonos– con toda esa innecesaria interferencia.


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