18 junio 2011

Hacer de tripas, corazón

Reviso ocasionalmente las estadísticas de este “blog”. Así puedo darme cuenta que aparentemente, a imagen de lo que pasa en la vida, la más popular de mis entradas es justamente la más humilde de entre ellas. Se trata de una que llamé “Caldo de 31”, escribiendo su título de la misma forma como lo escriben en las pizarras que anuncian en la Sierra el expendio de esta sopa hecha con tripas y menudencias. Intuyo, por lo mismo, que mucha gente cae en estas reflexiones mías, no por interesarse en mis escritos, sino por culpa de la mera coincidencia. En efecto, parecería que hay gente que “pisa el jardín de mi casa” porque más bien ha estado buscando una culinaria y autóctona receta…

Pero… no me queda más! Tengo que “hacer de tripas corazón” y, por lo menos, trato de averiguar cuál es el sentido de esta expresión, cuál es la historia de su uso y trato de relacionarlo con la costumbre de cómo se la emplea. El dicho solo significa: sobreponerse a las adversidades, armarse de valor, saber enfrentarse a una situación desagradable, hacer un esfuerzo para enfrentarse a los obstáculos; lo que, utilizando otra expresión popular, se diría: “al mal tiempo, buena cara”. En este sentido, quizás más apropiado sería decir “hacer del corazón, tripas”, puesto que la intención sería la de endurecerle al corazón, la de convertir el corazón en tripas, para que éste no se lastime ni sienta. A menos que convirtamos las entrañas en corazón, para armarnos de coraje y de fuerza...

Cuando decimos que “hacemos de tripas corazón” lo que queremos realmente decir es que hay que dominar el miedo, que debemos saber dominar los obstáculos; ya que cuando enfrentamos las desgracias o las incomodidades, no hay más remedio que saber enfrentarlas. Es lo que en Venezuela llaman “tirar palante” o lo que no nos cansamos de escuchar a nuestros futbolistas, que cuando les entrevistan, hablan de seguirle poniendo empeño a su esfuerzo para poder “salir avanti”, cuando imagino que lo quieren decir es “salir avante”.

Lo de “tirar palante” me recuerda al primer viaje internacional de mi juventud, cuando escuché por primera vez eso de “vamos a echarle pichón a la cosa” o de “vamos a echarle palante”; y me remite también a una cancioncita de Emilio José que se llamaba “Un paso adelante”. Su música era muy agradable; y su letra no estaba exenta de una intensa filosofía. Llegó a convertirse en “la número uno”. Decía así:

Ya lo sé, conozco ese momento que te toca vivir.

Yo también, he perdido mil veces la fe que había en mí.

Sé muy bien que se estrecha el camino y de nada vale

Querer volar preso del destino. La libertad no puedes hallar!



Un paso "alante", no volver la vista atrás.

Esos minutos que te acabas de encontrar

Son quizás parte de la búsqueda. Mañana lo resolverás.



Ese futuro que tan negro viste ayer.

Es como un sueño, se empieza a desvanecer.

Ya verás como mañana el sol de nuevo brillará.



Ya lo sé, la gente desde fuera no puede comprender.

Yo también, me pierdo en los problemas sin poder entender.

Sé muy bien que las borrascas pasan y un sol ligero,
Vuelve a nacer tras un aguacero y un raso cielo se vuelve a ver.



Un paso "alante", no volver la vista atrás.

Esos minutos que te acabas de encontrar

Son quizás parte de la búsqueda. Mañana lo resolverás (bis).

Por esto, cuando vuelvo a revisar esas curiosas estadísticas, solo espero que no sean lo que dicen de ellas: que “son como los bikinis que muestran mucho, pero que ocultan lo esencial”… De ahí que, no tengo más remedio que aceptar que mi entrada más leída siga siendo “Caldo de 31”. Ante ello no me quedan sino dos recursos: dedicarme más bien a escribir recetas de cocina; o, claro, también... “hacer de tripas, corazón”!

Anchorage, 19 de junio de 2011
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