01 junio 2011

La “chamba” nueva

Si tendría que celebrar el nuevo trabajo que tengo desde hoy día, solo tendría que copiar la letra de la canción de Tito Fernández; aquella de “La casa nueva”… Entonces, aprovechando la magnanimidad ajena, diría algo así como:

Hoy estamos de fiesta!
Tenemos nueva “chamba”,
y hay que inaugurarla como Dios manda!

Hay de todo! Asado, cazuela, champaña,
vino blanco, del otro, mucha gente y la “chamba”…
La “chamba” nueva!
Nuestra “chamba”!
Fruto de tantos años llenos de penas blancas…

Déjame decirte la alegría linda del último vals, amor, amor...

Porque, desde hoy, sin que yo sepa leer ni escribir, como decimos en Pichincha, y sin que haya hecho méritos para ello, igual que cuando se corta la mantequilla con un cuchillo, he amanecido, de golpe e intempestivamente, sin trabajo… Y, entonces, como por arte de birlibirloque, eh aquí, que he amanecido también con otro trabajo nuevo! Tengo un nuevo patrono, un nuevo número de empleado; me han asignado nuevos jefes. Sí, y hasta me han proporcionado uniformes nuevos! Inclusive me han dotado de una de esas gorras enormes que son tan comunes en el Asia, y que desde siempre nos dieron tanta identidad con los heladeros de feria... Todo porque tengo desde ahora un trabajo nuevo, tengo “chamba” nueva!

Pero… es un trabajo para el cual nunca había presentado una aplicación; ni que jamás lo había solicitado a nadie. Lo que sucede es que hace algo así como un año, empezó por ahí a escucharse un rumor. Me imagino que así empiezan las avalanchas, arriba en la montaña, como algo que va en serio, pero que abajo solo escuchamos como el desarrollo de un ruido que se hace cada vez más potente. Y, eso es lo que sucede con lo que por allá en mi tierra llamamos “bolas”, o sea con los rumores, que casi siempre llegan distorsionadas e incompletas. Imagino que esa es la insidiosa mecánica de los rumores…

Pero esta vez, es evidente que los rumores iban en serio. Y, de eso es lo que justamente estoy hablando, hoy que se han puesto de moda, en las empresas, palabras como “merger” (fusión), “outsourcing” (tercerización), “takeover” (absorción) y “hedging” (compra a futuro). Y esto es precisamente lo que le ha ocurrido a mi anterior empresa, que de un solo plumazo, la han absorbido. Y el sorbo ha sido tan rápido y agresivo que, sin que yo haya siquiera firmado un nuevo contrato de trabajo, ya me encuentro desde hoy día trabajando para un nuevo y diferente patrono…

Para mí, que he sido siempre sacristán de los procedimientos jurídicos, y medio como predicador de la legalidad, este sui generis procedimiento me ha tomado un poco desprevenido. No he reaccionado como es mi habitual costumbre; con probabilidad porque ya solo tengo que servir exactamente cinco meses en mi actual contrato; porque ya no estoy para heroísmos en estos postreros días, ni quisiera ser percibido –otra vez- como el motivador o el agitador; pero, por sobre todo, porque estamos en la China, un país que luego de más de cincuenta años de socialismo, recién se está planteando la discusión y la revisión de unas normas y procedimientos laborales que sus propios ciudadanos no se han atrevido todavía a cuestionar…

Cara a la inminente desaparición de mi anterior empresa, se nos ha pedido acercarnos a firmar un acuerdo “tripartito”. Las comillas obedecen a que uno de los integrantes del acuerdo, desde hoy es solo un cadáver, al que solo se lo va a mirar con nostalgia; y que no sirve ya para otra cosa, que no sea la de poderle recordar (mi anterior patrono). Pero la firma del mencionado documento, antes de que nadie haya firmado todavía ningún nuevo contrato de trabajo, ha obedecido a la “invitación” que se nos ha efectuado para que lo hagamos en forma perentoria, para así evitar que nuestro nombre no vaya a quedar excluido del rol de pagos del mes siguiente!

Desde hoy, mis trámites administrativos, especialmente la recurrente entrega de “fa piaos” (recibos ad hoc), que en esta sociedad son indispensables para justificar el pago de subsidios complementarios, tengo que efectuarlos en las nuevas oficinas, cercanas al viejo y distante aeropuerto de Hongqiao (vale decir en otra ciudad). De golpe, ha quedado sin efecto la página “web” de mi correo electrónico; se ha suspendido mi número anterior de empleado. Tengo también la sospecha, e inclusive la incomoda impresión, de que la mayoría de mis elementos de identidad laboral, han dejado ya de tener vigencia y legalidad…

En los próximos días, cuando vaya de nuevo, y por primera vez, a volar para mi nueva empresa, llamada China Cargo Airlines, ya no podré usar el código de identificación de radio que he venido utilizando durante los últimos dos años (“Ámsterdam, Great Wall 8734”), porque ha entrado en vigencia el nuevo método de identificación (“call sign”), con el que a partir de hoy habremos de pasar a diferenciarnos: Cargo King.

No sé porqué el nombrecito me recuerda a la casa donde se expenden unas populares y sabrosas hamburguesas. Espero que sea solo por el tamaño de la empresa, y no porque su ingrediente sea la carne molida…

En todo caso… Déjame decirte la alegría linda del último vals, amor, amor…

Hongqiao, primero de junio de 2011
Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario