11 noviembre 2011

Enjambres y colmenas

Muy poca gente conoce que existen diferencias entre enjambre y colmena; la mayoría está convencida que los dos términos son equivalentes. Ayer, mientras volvíamos a casa y tratábamos de estacionar, nos vimos forzados a buscar un sitio adecuado que fuera diferente. La cantidad de abejas que merodeaban el estacionamiento era tan numerosa, que quizás pasamos por la misma sensación que habrían experimentado los personajes de la película de Alfred Hitchcock que se intituló “Los pájaros”. Al igual que aquellas inquietas y agoreras aves agresivas, estas traviesas abejas parecían cuidar su recién escogido territorio y parecían interceptar todos los accesos disponibles…

Pocas horas más tarde, y para nuestra sorpresa y contrariedad, un enorme enjambre se había formado en uno de los árboles del jardín posterior; lo cual hizo pensar en la seguridad de los niños y en la necesidad de notificar la presencia de los insectos a la agencia de control de plagas. Sin embargo, pasado otro par de horas, las amenazantes abejas habían desaparecido en forma tan inesperada e intempestiva como cuando aparecieron; tanto, que quien hubiese recibido nuestra alarma y testimonio, hubiera sospechado que nos animaba una alta dosis de exageración o, simplemente, que habríamos estando mintiendo.

Cuando la abeja reina ha identificado que el número de miembros de su colmena se ha tornado en excesivo, y que la alimentación del grupo corre el riesgo de no abastecerse en forma debida, ésta se desprende de la colmena con un número menor de abejas obreras, dejándola con una reina más joven que se ha de encargar del control de dicho hábitat; asegurando así el proceso reproductivo. Los enjambres, a diferencia de las colmenas, son solo parte de dichos procesos. Tales enjambres parecen una bola en forma de nido, que cual movedizo revoltijo, se ubica con sorprendente actividad e inquietante zumbido en el sitio que estos insectos han escogido en forma transitoria, hasta localizar un nuevo lugar donde han de establecer su nueva colmena.

La colmena es entonces algo estable y permanente; en tanto que el enjambre es algo transitorio e itinerante que obedece a un interés de supervivencia biológica y que tiene carácter netamente reproductivo. Con este proceso, la abeja que ha abdicado, se retira de la colmena original y se moviliza con el enjambre hasta que las abejas exploradoras encuentren un sitio idóneo para establecer una nueva colmena en un lugar distinto. Espeluznante como parece este enjambre, que se asemeja a un ambulante avispero, no es sino un sistema de reemplazo y de reproducción con el que la misma naturaleza regula la densidad de los insectos en una misma colmena y da paso al liderazgo de una nueva generación de insectos.

Hay mucho que tenemos que aprender de la madre naturaleza, sobre todo en lo referente a ciertos tipos de insectos que tienen una forma de vida comunitaria, como son principalmente las abejas y las hormigas. Es mucho lo que podríamos aprender de las infatigables abejas, si apreciaríamos en estos insectos que hay mucho más que un asunto de mera supervivencia en estos admirables procesos. Es curioso como la naturaleza parece enseñarnos que hay momentos en la vida de los grupos sociales y de las organizaciones, cuando es fundamental que sus líderes y dirigentes sepan retirarse con oportunidad y a tiempo…

La historia de la humanidad está llena de casos de grandes caudillos y señeros personajes que cumplieron trascendentales papeles en la historia de los pueblos y naciones, pero que no supieron interpretar que hay un momento para ceder la posta y para entregar el protagonismo a un nuevo responsable. Es triste cómo muchos de ellos, en lugar de pasar al recuerdo como personajes excepcionales, han terminado alcanzando la antipatía y reprobación de esos mismos pueblos y de esa misma gente a la que con mérito y esfuerzo orientaron, impulsaron y defendieron. Porque sea por vanidad o sea por imprevisión, muchos terminaron cometiendo el mismo error: no supieron retirarse a tiempo!

Es probable que en la vida social y en el escenario político suceda como en las colmenas, que es necesario que su temporal líder se retire, para dar lugar a un nuevo protagonismo y así permitir la permanencia de las instituciones. Aun los personajes que llegan a ser considerados como irreemplazables deben tener la intuición y la sabiduría para reconocer esta realidad y aceptar que les ha llegado un tiempo para retirarse con oportuna dignidad. Proceder de otro modo, enquistarse en los puestos de mando y aferrarse a los atractivos del poder, solo crea brotes de malestar y de inconformidad; y, a la larga, solo logra obliterar la huella que hubiera servido para poner de relieve su obra y dar testimonio de sus valiosos empeños.

Este concertado retiro, marcado por la virtud de la oportunidad, es probable que produzca la reacción y la conmoción que crea el inquieto enjambre con sus zumbidos. Pero esto no ha de representar sino una circunstancia temporal, hasta que se advierta que ha servido para facilitar un saludable proceso de transición y que ha dado paso a la generación de nuevas iniciativas y proyectos. Ésta es no solo la única forma de asegurar una saludable alternabilidad, sino también la de proporcionar cimientos vigorosos para fortalecer el sistema, sobre la base de propiciar la discusión de métodos, el intercambio de opiniones y el desarrollo de nuevos conceptos. Solo así se evita que los líderes sometan a los pueblos a la voluntad omnímoda e intransigente de su vitalicia paternidad.

Watson Bay, Sydney, noviembre 12 de 2011
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