10 julio 2012

El estío invernal

Sí este es un estío invernal -o si prefieren, infernal-. Podríamos llamarlo también “invierno estival”; sería el equivalente a lo que en inglés llaman “oxymoron”, que no es sino lo que llamamos paradoja o poética contradicción: la combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras que tienen sentido opuesto. Vuelvo en este punto sobre las aguas recién navegadas, para preguntarme el porqué de que, si la nuestra es una lengua que ha tomado prestado vocablos de otras lenguas, no usamos el término que también ha derivado del griego y que se lo encuentra en nuestros diccionarios académicos: la palabra oxímoron.

Es curioso que este término, oxímoron, venga de las voces “oxys” que quiere decir fino y de “moros” que significa estúpido. Nuestra habla coloquial está llena de expresiones paradojales; muestras al canto: sonidos del silencio, pequeño gigante, oscura claridad, secreto a voces, brillar por su ausencia, instante infinito, espera inesperada, prohibido prohibir, modestia orgullosa…

En fin, utilizo el -en apariencia- incompatible nombre de esta entrada para comentar el inesperado verano frío y lluvioso que he tenido que soportar durante mi actual visita al sur de esta campiña sorprendente, que es la región meridional de Inglaterra. Aquí casi no he visto el sol y puede decirse que la gente espera que esta lluvia pertinaz nunca cese, que se haga presente casi todos los días. Es esta una condición contradictoria; usando otro oxímoron, podría decirse que la expectativa de lluvia es en esta tierra una cláusula “casi segura” o que se trataría de un fenómeno de “ciencia ficción”.

Lo cierto es que en el sur de Londres llueve y llueve. Igual que en la canción de Serrat: llueve, detrás de los cristales llueve y llueve. La única diferencia es que el paisaje del catalán se tituló Balada de Otoño, mientras que yo he sido inútil para apellidar al mío, si como Balada de Invierno o como Balada Estival… Lo que importa es que afuera llueve y llueve, y que no ha parado de llover! Sin embargo aquí, el menoscabo ventajoso –otra paradoja involuntaria-, es justamente este clima lluvioso y a menudo sombrío, donde es muy difícil encontrar condiciones extremas de temperatura. Porque aquí, casi nunca se observa nevar y sería raro que alguien se pueda quejar de que hace un calor insoportable. Algo parecido a Quito, donde se dice que: “no hace ni frío, ni calor, sino todo lo contrario”…

En todo caso, afuera llueve; y al igual que en el poema de Serrat (quién era que me dijo que sus letras no eran propias, sino de los versos de Antonio Machado?):
Llueve, 

detrás de los cristales llueve y llueve 

sobre los chopos medio deshojados, 

sobre los pardos tejados, 

sobre los campos, llueve…

Sí, afuera llueve y llueve!

Londres, 9 de julio de 2012
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