18 julio 2012

Tiempos de abstinencia

En pocos días más se dará inicio a un nuevo mes del ramadán, tradicionalmente el mes del ayuno musulmán. Se trata del noveno mes del calendario islámico, un sistema de conteo del tiempo diferente al que utilizamos en occidente y al que llamamos calendario gregoriano. La razón para esta diferencia es más bien simple: el calendario de la hégira es un sistema basado en las apariciones lunares, en tanto que el calendario occidental está basado en las revoluciones de nuestro planeta alrededor del sol. De ahí que los meses musulmanes solo tengan veintiocho días; y que los años del calendario islámico tengan, asimismo, solo trescientos cincuenta y cuatro días de duración.

El sistema de la hégira fue encargado por los primeros seguidores del profeta Mahoma a los sabios matemáticos de su tiempo, quienes usaron lo que nosotros llamamos año 622 A.D., como referencia para el inicio de su calendario. La “hégira” no es sino lo que la historia conoce como “la huida” del profeta de La Meca a Medina, y que sus seguidores prefieren interpretar como “la migración”. El año musulmán no se alinea, por lo mismo, con el año solar. Esta vez, el inicio del año 1434 de la hégira, se ha de cumplir alrededor del quince de noviembre.

El cálculo de las fechas islámicas no siempre es un asunto simple; no solo por la considerable discrepancia que mantiene con el calendario gregoriano, sino porque la confirmación del inicio del mes para los musulmanes depende de la observación, en la práctica, del cuarto creciente luego de la luna nueva. En otras palabras, aunque las tablas astronómicas permitan predecir el inicio de los meses del año, es preciso observar la aparición de esa fase de la luna, para confirmar, desde el día siguiente, el inicio del mes musulmán. Por esto es que el inicio del mes para los musulmanes parezca como rodeado de imprecisión y de capricho; pero se trata solamente de un uso basado en la tradición.

Este año, el ramadán ha de empezar alrededor del veinte de julio y concluirá alrededor del diecinueve de agosto. Ramadán quiere decir “abstención” y eso es justamente lo que los seguidores de Mahoma practican en este mes: una total y disciplinada abstención. Y es que, durante las horas comprendidas entre la salida y el ocaso del sol, ellos se abstienen de la ingestión de alimentos y procuran soslayar toda forma de pensamiento, acción o contacto físico que los aparte de su compromiso de evitar toda forma de satisfacción. En términos generales, esto tiene el mismo significado y propósito que hasta el siglo pasado tuvo el “ayuno y abstinencia” para los cristianos; pero que, con el paso del tiempo, aquello de la “abstinencia” pasó a cobrar una deformada significación…

Cuando esta etapa de abstinencia concluya, es cuando se dará inicio a otra muy importante celebración. Se trata de una suerte de “anti-ayuno”, similar a lo que para el mundo occidental constituiría la festividad de “Acción de gracias”. Con ella se da término a un mes de sacrificio que está dedicado a dar cumplimiento a uno de los cinco pilares del credo musulmán. Ese ayuno, sumado a la declaración de fe, el rito de las plegarias diarias, el compromiso con las obras de caridad y el viaje de peregrinación –de por lo menos una vez en la vida-, constituye uno de los importantes preceptos de esta religión monoteísta que se calcula que tiene más de mil millones de seguidores alrededor del mundo. Es bueno recordar que solo un diez por ciento de esta importante cifra se congrega en el mundo árabe.

Satisfago la curiosidad de quienes me consultan que cómo hago para abstenerme de comer durante todo el día, cuando visito los países islámicos. Explico con un pequeño comentario: esta forma de ayuno no aplica a todos los creyentes sin distinción; por ejemplo, no se aplica a los niños menores o a quienes enfrentan un estado de enfermedad. En cuanto a los extranjeros, existen zonas reservadas y cubiertas en forma conveniente -en los hoteles por ejemplo-, donde es posible la ingestión de comida sin alterar el rito musulmán. Por demás está comentar que cuando la noche llega, y el ayuno cesa, los que tienen enorme dificultad para controlar su apetito son los no creyentes… quienes pasan a ser testigos de los pródigos banquetes con que concluye cada nuevo día del mes del ramadán…

Casablanca, julio 18 de 2012

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