28 octubre 2013

El escote de Escohotado

Consulto el diccionario en busca del sentido de “descote” y descubro que es lo mismo que escote. Entonces me pregunto si acaso el prefijo “des” no establece más bien un sentido de negación o inversión de significado (como en deshacer o en descubrimiento) y me topo con que esa es una partícula de multi-uso en los tráfagos de la lengua. Sucede que puede tener un sentido de exceso o afirmación, como en deslenguado o despavorido. No dejo de pensar, sin embargo, en aquello que provocan los escotes: curiosidad y pudor, esto último a pesar de su atractivo…

Por ello me pregunto también si no existe un cierto capricho en la Academia a la hora de establecer eso tan ecuménico que son las definiciones… Dice, por ejemplo, un pensador español de extraordinaria lucidez, a quien he tenido el gusto de escuchar en una entrevista, que no solo que esa distinguida institución ha perdido su carácter democrático, sino que inclusive él cuestiona la necesidad de su existencia. Siente que esto de la necesidad de contar con unas academias es un requerimiento para las lenguas muertas; pero no para la nuestra que es una lengua inquieta, dinámica y cambiante; y, por lo mismo, muy viva.

El malestar de este filósofo, historiador y ensayista peninsular se debe a que, según él, la Academia ha alterado el sentido de dos importantes palabras hacia fines del siglo pasado; ambas tienen relación con el concepto de “ciencia”. Ellas son “curiosidad” y “asombro”. Según Antonio Escohotado (Madrid, 1941) estas se recogen ahora con un distinto y deformado significado. Curiosidad, como aquel deseo de conocer algo “que a uno no le concierne”; y asombro, ya no como lo que fue, como el origen del conocimiento filosófico, sino solo como “susto o espanto”.

Discrepo con el ilustre pensador en aquello de poder prescindir de la Academia. Pienso que en la sociedad se requiere de la presencia y fortalecimiento de ciertas instituciones para normar algunas iniciativas y actividades. Lo digo muy a pesar de mis propias convicciones -un tanto insumisas, si no de tendencia ácrata-, y esto porque: cómo podría regularse el tránsito vial -por ejemplo-, o cómo sería posible manejar el -como nunca antes- congestionado espacio aéreo? Se me hace imposible pensar en la carencia de un órgano rector en la navegación aérea.

Pero coincido con Escohotado en aquello de los caprichos y en la arbitrariedad con que a veces se procede en esto de las definiciones. Coincido también en eso de que los mejores valores del hombre son la curiosidad y la valentía; y en que los mayores logros de la humanidad siguen siendo la ciencia y la tolerancia (sus respuestas). Escohotado es un reconocido profesor universitario; su vida la ha dedicado a una gran pasión: la normalización en el uso racional de las drogas.

Confiesa que sus dos grandes pasiones coinciden con dos intereses que existen en la humanidad: la droga (eso de consentirse a sí mismo) y el comunismo (el permiso o anuencia para consentirnos la envidia). Sostiene que el hombre vive siempre entre dos conceptos contrapuestos: la libertad y la seguridad. Cree que aquello de que los pobres aspiren a lo que los ricos tienen, siempre será un proceso interminable, un cuento de nunca acabar. Cree, por lo mismo, que siempre van a existir pobres, así como también aquella inconformidad que surge precisamente como consecuencia, mas no a pesar, del estado de bienestar o -más exactamente- del de prosperidad. Advierte que lo malo del comunismo es que el miedo propende a excesivos controles por parte del estado. Que es una lástima que esa envidia sea el acicate para los odios y para el complejo de inferioridad…

Con Escohotado reflexiono en que a menudo olvidamos que la realidad no es algo rígido, que solo es parte de un proceso; en ella no calzan ni los catecismos ni los dogmas. Escuchándolo me afinco en mi convencimiento de que solo la curiosidad lleva al conocimiento y que solo cuando conocemos mejor nos es posible dominar nuestros miedos. Quizá esto demuestre el porqué de la ignorancia. Y quizá esto explique el propio epitafio que él dice que le gustaría inspirar: “Quiso ser valeroso y aprendió a estudiar”… La curiosidad consiste en el renovado amor al saber y en aquello tan maravilloso de seguirnos asombrando por lo que nos parece nuevo!

Jeddah, Arabia
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