25 marzo 2014

¿Y, qué hacían allí?

Es innecesariamente precipitada, si no indebidamente sustentada, la información proporcionada por las autoridades malasias, en el sentido de que las piezas captadas y localizadas por satélites de rastreo pertenecen al avión desaparecido. No solo eso, también han declarado, de manera definitiva, que tampoco existen sobrevivientes… Se considera inédito el método usado por la empresa Inmarsat que, con un sistema de triangulación que utiliza el efecto Doppler y en base a cálculos trigonométricos, ha determinado la trayectoria y última posición que pudo haber tenido la aeronave.
Sin descartar las altísimas probabilidades que el eventual hallazgo conlleva, lo que verdaderamente se antoja inédito, en términos de investigación de accidentes de aviación, es la conclusión de que tales restos pertenecían a la aeronave, sin que ese hallazgo hubiese sido confirmado, sin que existiese una evidencia incontrastable y concreta. Además, se excluye la posibilidad de que pudieran existir sobrevivientes, cuando ni siquiera se ha llegado al lugar del supuesto siniestro. Se dice que uno de esos objetos sería de forma rectangular y de color anaranjado... ¿No coincidiría aquello con la descripción de un bote salvavidas, por ejemplo?
¿Qué motivó tan inesperada resolución? ¿Qué asunto, alejado de la investigación, empujó a efectuar tales declaraciones, si todavía se carecía de una mejor y más completa información? Es evidente que se venía incrementando una gran presión internacional; particularmente la propiciada por el gobierno chino. Si Inmarsat ha declarado que "es muy probable" y, en base a esto, el gobierno malasio declara que el accidente ocurrió allí "más allá de cualquier duda razonable"... Hay ahí un campo proclive  a la incredulidad y al escepticismo, a la incertidumbre y a la especulación...
A pesar de todo, la pregunta que se hace el mundo de la aviación es: ¿por qué en esa zona tan remota del océano Indico meridional? En otras palabras: ¿cómo llegó la aeronave a un punto tan alejado de su ruta? O, ¿qué hacían los pilotos ahí, en ese alejado lugar?... Si el lector dispone de un simple programa de navegación, o simplemente de un mapamundi o de una carta en la que conste el océano Índico, le invito a que trace una ruta imaginaria entre Perth, en el sur occidente australiano y Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. Si respeta la distorsión que se produce en las cartas, como consecuencia de la redondez de la tierra, el resultado va a ser una línea cóncava que casi roza un territorio remoto y casi, casi desconocido. Se trata de una isla, o de un curioso archipiélago de forma extraña, que se encuentra literalmente "en la mitad de ninguna parte".
Se trata del archipiélago de Kerguelen, un territorio inhóspito que pertenece a Francia, y que por otro nombre -y cual si fuera una rúbrica condenatoria- es también conocido como "Islas de la Desolación". Allí, a pesar de su tamaño (las islas tienen algo más de siete mil kilómetros cuadrados) no existe ni siquiera una pista de aterrizaje. Solo puede llegarse allí a través de un barco que satisface la logística. Sus pobladores son sobre todo científicos e investigadores, no pasan de setenta en el invierno y este contingente humano apenas se duplica durante el verano austral.
De Perth a las Kerguelen han de haber -a la velocidad de un jet comercial- unas buenas seis horas de vuelo. Es decir, para el caso que nos ocupa, pudieran haber unas cuatro horas entre la costa australiana y el sitio donde se reclama que habría caído la nave que cumplía el fatídico vuelo. Sólo existiría una explicación para tan inesperado desenlace: la nave llegó hasta allí por sus propios medios, sin participación del gobierno de los pilotos. La nave tomó ese caprichoso rumbo sin que nadie interviniera ni la controlara. La tripulación se habría incapacitado y la nave mantuvo un rumbo pre-seleccionado, sin que ya existiera intervención humana, y sin ningún comando ni control...
¿Hubo, acaso, un humo incontrolable a bordo? ¿Fue tan intenso ese humo, y la condición de la emergencia, que no les dio tiempo a los pilotos para informar de su precaria condición? ¿Estuvieron los pilotos conscientes cuando el avión escogió un rumbo tan extraño que marcó el derrotero que finalmente siguió el avión? Son preguntas que no sabemos si han de tener oportuna y satisfactoria respuesta. Son preguntas que han de crear mayores incógnitas que la decisión basada en un incompleto sustento, decisión que ha querido dar por resuelto el misterioso extravío y el destino inexorable que habrían seguido los ocupantes del desafortunado avión.
Quito

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