24 junio 2013

El hombre del arcón

“El destino jamás se muestra demasiado magnánimo con sus favoritos. Rara vez les es dado a los mortales coronar más de una hazaña inmortal”. Stefan Zweig - “Momentos estelares de la humanidad”.

Hacia finales de este año, más exactamente el 25 de septiembre, el mundo ha de celebrar los primeros quinientos años desde que un rebelde aventurero llamado Vasco Núñez de Balboa “descubriera” el Mar del Sur. Las comillas que he puesto se deben a que este océano, mejor conocido con el nombre de “Pacífico” -que le diera Magallanes- ya era navegado por los orientales. Sin embargo, el mismo no había sido conocido todavía por los europeos, es decir por “toda la humanidad”.

Lo del “más exactamente” que he mencionado tampoco es muy exacto, porque casi tres cuartos de siglo después de aquel histórico descubrimiento -que se produjo en 1513- el papa Gregorio XIII ordenó que se eliminasen diez días del mes de octubre, cuando luego de las consultas de rigor, decidiera reformar el inexacto calendario juliano. Pero esa es la fecha recogida en las crónicas, la que pasó, y se ha de quedar, para la historia. Ese fue el día en que “Balboa” con un medio centenar de hombres serían los primeros en la historia que mirarían simultáneamente el brillo metálico de los dos mares…

Sin quererme poner pesado, aquello de “Balboa” también es inexacto, porque si seguimos la costumbre castellana de aquellos años, este era (si el descubridor no lo usaba como toponímico) sólo su apellido materno. Esto es lo más seguro, pues se cuenta que Vasco Núñez era inclusive un hidalgo de “noble cuna”.

De cualquier manera que queramos nombrarlo, lo importante de resaltar es que Vasco Núñez llegó por segunda vez a América como polizón de barco, escondido en un cofre, con el objeto de burlar a sus acreedores, y que nadie advirtió el ardid de su artificio. Esta no fue, por lo mismo, ni su primera ni su única travesía.

Su épica hazaña es narrada por Stefan Zweig; es una odisea que el formidable escritor da en llamar “La huida hacia la eternidad” y que está contenida en su libro “Momentos estelares de la humanidad”. El viaje de Núñez de Balboa se produciría en un momento de la historia en que España estaba “trastornada” por las noticias del oro y las supuestas riquezas americanas; por ello no sorprende que aquellas primeras expediciones hubieran estado abarrotadas de maleantes y truhanes.

Es, gracias a su valor y astucia que, una vez en el Darién, Núñez de Balboa se apodera de la expedición de Martín Fernández de Enciso y emprende en la exploración sugerida por un cacique indígena, para descubrir “un mar inmenso” que habría de encontrar más hacia el sur, donde también podría hallar una tierra repleta de fabulosas riquezas. Se refería a un país conocido como “Birú”.

Así, en medio del calor y la humedad imposibles, martirizado por los pantanos y torturado por los mosquitos, luego de tres semanas de insoportables penurias y sin las provisiones adecuadas, llega Vasco Núñez de Balboa a una cima desde donde puede mirar hasta el infinito. Dos días después, en la víspera del día de San Miguel, y acompañado por veintidós de sus hombres, el héroe hunde por primera vez sus pies en las aguas del Mar del Sur. Entonces, enarbola el real estandarte y toma “perpetua posesión” del océano más extenso de la tierra en nombre de los reyes de Castilla, y declara que su propiedad es “para ahora y para todos los tiempos, mientras perdure el mundo y hasta el día del Juicio Final”…

Islamabad, 24 de junio de 2013
Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario