15 julio 2013

Poner las “bardas” en remojo?...

Tal parecería que esta vez no debería culpar al “jet lag” como motivo para mi primer desvelo vacacional; sino más bien a la delicada amonestación que me han hecho en el sentido de que no es correcto utilizar el sustantivo “barbas” cuando se usa la castiza sentencia de “poner las barbas en remojo”. En efecto, parecería existir una postura, respaldada por un sector intelectual, en el sentido de que el término correcto a emplearse es el de “barda” -que no barba-, con el significado que la voz tiene, que quiere decir valla, seto o tapial (o también maleza silvestre).

Arguyen quienes me han hecho tal reparo -o reprensión- que la frase no es sino parte de un viejo aforismo castellano que exhorta lo siguiente: “cuando veas las bardas de tu vecino quemar, pon las tuyas a remojar”. Con tal premisa, es lógico suponer que si reemplazamos bardas por “barbas”, la oración pierde su natural intención y la frase no consigue un coherente significado. En efecto, ¿cuál sería el sentido de remojar nuestras barbas, si vemos que se incendian las del vecino?... Sin embargo, si algo he aprendido de la aviación es no dar por cierto todo aquel conocimiento que tiene apariencia de novedoso, hasta cotejar su real sustento. Por ello que he decidido hurgar en el origen e historia del contencioso proverbio!

De investigaciones ya realizadas por varios lingüistas puedo deducir que la frase original -y que data de por lo menos cinco siglos- es como sigue: “Cuando las barbas de tu vecino veas ‘pelar’, pon las tuyas a remojar”. El experto Ricardo Soca proporciona una muy extensa explicación en la página “elcastellano.org” y empieza por comentar que: “En alguna de las variantes modernas, el verbo ‘pelar’ -que significa más bien afeitar- ha sido sustituido por ‘arder’, ‘cortar’ o ‘rasurar’, pero la idea del refrán es que debemos aprender de los males que sufren los demás para no caer en los mismos errores y sufrir idénticas consecuencias”.

Es importante resaltar que el uso de “barda” -en lugar de barba-, en el conocido apotegma, no existe en ningún documento o refranero antiguo y, sobre todo, en los principales diccionarios de la lengua. Las expresiones que se encuentran entre los más antiguos documentos, hacen invariablemente referencia a “barbas” con intención de escarmentar, y a tener las propias quijadas listas para la hora de ser atendidos por el barbero. Hacen notar los entendidos que la frase, como tal, ha dejado de ser usada en las últimas revisiones del diccionario de la RAE. Debido probablemente, sugiero yo, a esta fresca como inusitada controversia…

Tanto el diccionario de uso del español, de María Moliner, cuanto el prestigioso y esencial “Tesoro”, de Sebastián de Covarrubias (1611), harían referencia al axioma con el uso de barba y no de barda. Es más, el mismísimo diccionario de Autoridades, en su primera edición (1726), ya incluiría el adagio como parte de la extensa relación de la voz “barba”. Sin embargo, lo más decidor y contundente sería la referencia a la expresión latina en la que se basaría el uso posterior de la nuestra: “Barbam propinqui radere, heus, cum videris, prabe lavandos barbula prudens pilos” (Cuando veas afeitar la barba de tu vecino, ten la prudencia de poner la tuya a remojar). Pregunto: ¿qué puede ser más concluyente?

Además, existirían múltiples y valiosas referencias literarias, tan ancianas como la perteneciente al Arcipreste de Talavera (temprano siglo XV); o autorizadas, como la vinculada a la pluma de Benito Pérez Galdós (1876). Mientras tanto, no existe ninguna referencia antigua del uso de la otra voz que se reclama: “barda”. Al contrario, las únicas que se encuentran son más bien de aparición reciente…

Existiría también una prueba adicional, que me comprometo a verificar en las próximas semanas. Parece que idéntica moraleja, con el sentido de barbas y no de tapiales ardientes o de vallas incendiadas, existe en lengua árabe y tal vez la pudimos haber tomado prestada en el tiempo que los moros dominaron España (Al-Andalus). Así que… a poner las barbas en remojo! (que no las “bardas”)…

Quito, 15 de julio de 2013
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1 comentario:

  1. Gracias maestro! Me entró una curiosidad terrible al ver el noticiero y oir que decian "Pongamos las bardas a remojar". Nunca había oído la expresión, pero gracias a usted ya se que debo poner la barba a remojar, aunque no la tenga, y no la barda

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