16 abril 2013

Pajaritos Preñados S.A.

Desde niño viví enemistado con los dogmas, aunque no debo haber tardado en caer en cuenta que se trataba de asuntos de fe que nunca iban a conciliarse con la lógica y la racionalidad. Pero, a más de parecerme que no aportaban al sustento de las creencias, siempre se me antojó absurdo que, a nombre de esos dogmas, se hubiesen producido tantas disputas y conflictos en la historia, se haya soportado tanta inquina y acrimonia, y se haya perseguido a tantos hombres que creían en un mismo Dios. Y, todo porque habían favorecido una forma distinta de verdad!

Un dogma al que nunca pude suscribirme con facilidad fue aquel de la Santísima Trinidad, consistente en que Dios era uno y trino; tres personas distintas en un mismo Dios verdadero. Nunca pude entender eso de que la primera persona era un ser adusto y austero que controlaba y reprendía; mientras que la segunda era un personaje bondadoso que se había inmolado en un cruento sacrificio, y que había venido para redimirnos del fuego del infierno -“el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”-. Ahí se expresaba la dualidad del cristianismo: mientras a uno se le imploraba por bienestar al otro se le clamaba por perdón e indulgencia.

Pero había otra persona, una a la que poco se mencionaba, a más de incluirla en una plegaria abreviada que se invocaba entre padrenuestros y avemarías; a quien se veneraba con menguada preferencia, que se le identificaba con la gracia y la fortaleza; y que se le representaba con un alado pajarito al que habían coronado con una lengua de fuego: el postergado Espíritu Santo. Los primeros cristianos no le habrían rendido culto desde siempre, aunque en las Escrituras y en los Hechos de los Apóstoles ya se le hacía continua referencia. Cincuenta días luego de la resurrección, el Espíritu Santo habría visitado a los apóstoles que, desde entonces, quedaron ya impregnados de su sobrenatural influencia. Esto sucedía el día de Pentecostés, palabra griega que quiere decir “quincuagésimo”.

Los judíos, que ya celebraban la Pascua hebrea, incluso muchos años antes que existiese el cristianismo, también celebraban una festividad llamada “Shavuot” o de “las siete semanas”, para conmemorar –siete semanas después de la Pascua- el compromiso acordado en el monte Sinaí, cuando Moisés les habría entregado las tablas de la ley: los diez mandamientos. Parecería que el cristianismo adaptó la misma festividad y reemplazó las siete semanas (cuarenta y nueve días) por la fiesta movible de Pentecostés: cincuenta días después del Sábado de Gloria…

Desde siempre y en todas las culturas, las aves han ejercido una permanente y extraña fascinación en la religión y en la mitología. Obsérvese la sorprendente presencia de cuervos, faisanes, águilas, cisnes, lechuzas o palomas en los mitos y más expresiones religiosas de todas las culturas. Las ruinas y vestigios de la antigüedad están repletos de representantes de esa rama de la zoología! El hombre se sintió inclinado a ver en la aves una forma de amuleto, un signo de protección, un elemento ominoso o de auspiciosa profecía. El ave fénix ha de ser por siempre un símbolo del inusitado renacer con su formidable alegoría. Por todo ello, no es raro observar en escudos, blasones heráldicos y más insignias, a una serie de aves que dan testimonio de esta preponderante forma de creencia.

Por ello ha de ser que hace pocos días, cierto candidato presidencial de un país caribeño anunciaba que había tenido una visión, en la que había recibido un mensaje de un tropical pajarito. Esto me ha hecho acuerdo de aquellos charlatanes de feria, de esos prestidigitadores de ocasión que utilizan una cotorra o un papagayo, al que le hacen escoger una tarjeta donde han escrito esa inalterable profecía que es la que esperan escuchar los cándidos y los ingenuos. Esos gárrulos saben muy bien que la gente siempre espera que se le diga lo que quiere oír. Ese es precisamente el negocio de los demagogos, los embaucadores y los estafadores de circo…

Hay dogmas que podemos aceptar porque son asuntos de fe; pero, en asuntos más mundanos… ya no tenemos edad para creer en pajaritos preñados, ni en avecillas tropicales concebidas en el maridaje entre la ignorancia y el delirio!

Sobre la Bahía de Bengala, 16 de abril de 2013
Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario